<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
Síguenos en:
x
Columnistas | PUBLICADO EL 27 julio 2022

Velásquez

El Ejército alberga historias de dignidad, como la de Carlos Velásquez. El nombramiento como ministro de Defensa de Iván Velásquez, exmagistrado e investigador de la parapolítica, es un voto por el honor militar.

Por Ana Cristina Restrepo Jiménez redaccion@elcolombiano.com.co

El día previo a la Navidad de 1966, antes de abordar el helicóptero que supervisaría a las tropas a la zaga de Tirofijo en el Tolima, el coronel Alfonso Velásquez Mazuera se devolvió a su oficina de la VI Brigada para firmar el ingreso a la Escuela Militar del mayor de sus siete hijos, Carlos. Minutos después, la aeronave colapsó en Chaparral. Nadie sobrevivió.

Carlos Velásquez ha acompañado tropas en el Sumapaz, el Bajo Cauca antioqueño, Cesar y Meta. Siendo coronel, tras la muerte de Pablo Escobar, le encomendaron desmantelar el cartel de Cali; después de negarse a sobornos, cayó en una trampa. Lo chantajearon, él lo confesó a sus superiores, y continuó. La captura del contador Guillermo Palomari desentrañó los secretos de la red mafiosa.

Entonces llegó a Urabá, en el preámbulo del reinado de Rito Alejo del Río. En mayo de 1996, el coronel Carlos Velásquez, segundo al mando de la Brigada XVII de Carepa, le dirigió una carta al comandante del Ejército Nacional, Harold Bedoya, solicitando investigar a del Río por sus relaciones con las autodefensas campesinas de Córdoba y Urabá.

En abril de 2011, Velásquez declaró ante Justicia y Paz: “Había tres puntos críticos en los que sabíamos que iban a ser disputados a sangre y fuego por guerrillas y paramilitares, San José de Apartadó, Nueva Antioquia y Bajirá, dije yo [...] se requieren tropas permanentes para proteger a la gente, sea porque la vayan a atacar o matar las guerrillas o los paramilitares. Y lo primero que hizo del Río fue levantar las tropas de allá”.

Velásquez nunca ascendió a general. Bedoya lo tildó de loco.

Expulsado de la Institución, se dedicó a la academia.

No todos los militares son como Rito Alejo del Río, Mario Montoya o Publio Hernán Mejía. El Ejército alberga historias de dignidad, como la de Velásquez.

El nombramiento como ministro de Defensa de Iván Velásquez, exmagistrado e investigador de la parapolítica, es un voto por el honor militar.

Ni la moral de la tropa se recupera a punta de “ajúas” ni la confianza de los civiles con desfiles marciales. Las Fuerzas Militares tienen un 55 % de imagen favorable frente a un 42 % desfavorable (la Policía, un 35 % de aprobación y un 62 % de rechazo), según Invamer. Diego Molano, quien llamó “máquinas de guerra” a menores reclutados, víctimas en un bombardeo, fue el ministro peor valorado en el más reciente Panel de Opinión de Cifras&Conceptos: 27 puntos sobre 100.

¡La cifra 6.402 es pura corrupción... homicida!

¿Qué significa el nombramiento de un hombre sin aspavientos, pero contundente en sus actos? Los derechos humanos sí pueden ser compatibles con el honor militar. La corrupción de algunos no puede carcomer la honra de tantos individuos valiosos.

El 7 de agosto, Iván Velásquez escribirá un nuevo capítulo en su vida. En la de las Fuerzas Armadas. Y en la nuestra, la de sus protegidos.

* Para conocer ambas historias, recomiendo La impunidad del poder (Ramón Jimeno, Penguin Random House, 2022).

Ana Cristina Restrepo Jiménez

Si quiere más información:

.