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Columnistas | PUBLICADO EL 09 julio 2021

Tiempos de agilidad...

Por Agostinho J. Almeida@Agos_Almeida

Las metodologías ágiles se desarrollaron durante el inicio de este milenio como respuesta a la diferencia entre el tiempo de desarrollo de software y la velocidad del negocio de computadores personales. Así mismo, líderes de la industria de software se unieron para desarrollar el Manifiesto Ágil, una piedra angular para el desarrollo de este tipo de metodologías ágiles, desde Scrum hasta Kanban, y que luego se adaptó a otro tipo de productos, áreas de negocio e industrias, reconociendo que evolucionan a ritmos diferentes (por ejemplo, el desarrollo de aplicaciones móviles versus bienes de consumo versus sector energético). Estas metodologías conectan la importancia de comprender de manera clara el problema que se está resolviendo mediante el contacto directo con los clientes (internos o externos), el despliegue rápido de prototipos o MVP (del inglés, producto mínimo viable), la generación de lazos de cooperación entre diferentes áreas de conocimiento y la adaptabilidad a condiciones y entornos cambiantes.

De forma general, la agilidad y la adaptabilidad han sido consideradas como capacidades claves para el éxito de organizaciones de diferentes sectores e industrias. Incluso como seres humanos y ciudadanos, somos obligados a transformarnos y adaptarnos lo más rápidamente posible ante la velocidad de desarrollo y adopción tecnológica y de los cambios del mundo en el que vivimos.

Aunque la cantidad de datos e información que se producen a diario abre oportunidades sin precedentes para la investigación, el desarrollo y la innovación, me ha puesto a reflexionar profundamente sobre lo que significa para nosotros como seres humanos y la forma en que estamos estructurados biológicamente. Como especie nos hemos desarrollado a lo largo de la historia y procesos de selección natural que han llevado millones de años. Incluso, algunos estudios y autores han afirmado que un cambio evolutivo duradero podría llevar hasta un millón de años...

De ninguna manera estoy comparando el aprendizaje y la adaptación a iOS después de años de Android con el desarrollo de la capacidad de caminar erguidos. Pero sí me hace pensar en el reto que vivimos a diario. A modo de ejemplo, y como orgulloso miembro de la Generación X, vivimos sin duda tiempos interesantes en el pasado: la caída del muro de Berlín, crisis económicas y geopolíticas, MTV, el desarrollo del ordenador personal, internet, estudiar sin google, pasar de los antiguos teléfonos de 3 kg a los teléfonos móviles, vivir el cambio de vinil, a casetas, a CD a MP3 y mucho más. Todos estos cambios, en diferentes grados, han mejorado nuestras vidas y, sí, han requerido adaptabilidad y agilidad tal como para otras generaciones.

Sin embargo, hay que reconocer que la exigencia en recibir información, adquirir conocimiento, aprender y desarrollar nuevas habilidades a veces resulta abrumador (y más durante la pandemia). El aprendizaje toma tiempo, la creación de conocimiento toma tiempo y la adaptación toma tiempo. Como personas y organizaciones debemos buscar un equilibrio para, ante la cultura y propósito superior, entender cómo integramos la agilidad y adaptabilidad para fortalecer lo que ya hacemos bien, construimos sobre las capacidades y conocimiento colectivo y a la vez creamos nuevas oportunidades para transformarnos y buscar esa vigencia a largo plazo

Agostinho J. Almeida

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