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Columnistas | PUBLICADO EL 11 febrero 2019

Por qué un acuerdo con el Talibán evitará ataques contra ee.uu.

Por Borhan Osman

Estados Unidos y el Talibán lograron avances sustanciales en las conversaciones de paz a fines de enero, luego de llegar a un entendimiento básico sobre el retiro de las tropas estadounidenses a cambio de los compromisos talibanes para evitar que Afganistán se convierta en un refugio seguro para los terroristas transnacionales. Un acuerdo entre EE.UU. ha estado muy atrasado y es el camino para salir de una guerra sin victoria. El temor a terroristas basados en Afganistán que atacan a EE.UU. ha sido la razón clave para mantener tropas americanas en el país y mantener al Talibán fuera del poder, pero está enraizado más en percepción que realidad.

La amenaza terrorista trasnacional de Afganistán ha sido exagerada. Durante años, me he preguntado sobre las afirmaciones por parte de oficiales americanos y afganos que dicen que 20 grupos terroristas operan en Afganistán. Ashraf Ghani, el presidente de Afganistan, retrató al país como una “línea de frente” en la lucha mundial contra el terrorismo. Estas declaraciones hacen que el conflicto afgano parezca terriblemente caótico.

La realidad es que la guerra afgana es una lucha de doble faz, algo cada vez más escaso en el panorama fragmentado de la guerra moderna. El conflicto en Afganistán es más simple que las guerras de múltiples facciones en Siria, Irak, Libia y Yemen. Casi todas las batallas en Afganistán involucran al Talibán luchando contra las fuerzas del gobierno, que hace de la insurgencia casi un sinónimo del Talibán.

Grupos yihadistas extranjeros en Afganistán crecieron, mutaron y se desvanecieron en las últimas 2 décadas. Al-Qaida se redujo de una fuerza potente en el sur y este de Afganistán a un actor periférico. Sucedió en parte debido a la implacable campaña estadounidense contra ellos y en parte porque la atención de Al Qaeda se trasladó a Oriente Medio. Cuando el ISKP surgió en el este de Afganistán, los talibanes fueron los primeros en actuar contra él. El Talibán fue una de las tres fuerzas junto con el ejército de EE.UU. y las fuerzas del gobierno afgano, cuya ofensiva sostenida contra el ISKP lo limitó a un puñado de distritos en las remotas montañas del este, aunque ha mostrado resistencia.

Cazado y aislado, ISKP es el grupo no estatal más grande después de los talibanes; los otros “20 grupos terroristas” tienen poca fuerza, alcance o capacidad operativa. Más de la mitad son grupos locales pakistaníes, algunos desaparecieron hace mucho tiempo y otros cambian regularmente su ideología y marca. La mayoría se centran en las minorías chiítas o cristianas en Pakistán y, ocasionalmente, a los indios. Otros son organizaciones centro-asiáticas débiles y divididas, motivadas más que todo por hostilidad hacia sus estados represivos en lugar de hacia el oeste. No hay evidencia pública que indique que, con la excepción de los restos de Al-Qaeda e ISKP, ningún grupo en Afganistán haya amenazado activamente a EE.UU. Críticos de las negociaciones americanas con el Talibán cuestionan si pueden confiar en las garantías del Talibán de no permitir actos terroristas contra EE.UU. y sus aliados.

Es de esperarse que el Talibán -como cualquier otro grupo o estado- actúe en sus propios intereses. En lugar de tratar de evaluar su confiabilidad, las preguntas más relevantes son: ¿el Talibán tiene sus propias razones para excluir grupos terroristas de Afganistán? ¿Tiene la capacidad para hacerlo?

He observado la evolución de las relaciones del Talibán con grupos yihadistas trasnacionales en el suelo. La lucha de los talibanes contra el franquiciado del Estado Islámico en Afganistán muestra su voluntad y capacidad para contrarrestar a un grupo jihadi que consideran un competidor. Los talibanes son un grupo nacionalista y tradicionalista sin ambiciones trasnacionales; estas características de la ideología talibán se han fortalecido en los últimos cuatro años desde la aparición del ISKP.

Debido a que los talibanes han alcanzado compromisos tácticos con al-Qaida en el pasado, una pregunta importante es si los talibanes ofrecerán nuevamente hospitalidad a al-Qaeda o no evitarán su resurgimiento después de una retirada estadounidense. Después de cientos de conversaciones con figuras talibanes, llegué a la conclusión de que tanto los pragmáticos como los exdefensores de Osama bin Laden dentro de los talibanes se han cansado de al-Qaida y su ideología.

Albergar a los grupos yihadistas transnacionales le costó a los talibanes su gobierno y provocó una guerra sangrienta. Muchos miembros talibanes han llegado a ver a al-Qaida como una amenaza para su causa. Ahora hay poca simpatía en las discusiones internas de los talibanes hacia cualquier grupo yihadista transnacional, lo que constituye una notable ruptura con la actitud ambivalente de los talibanes hacia el yihadismo global hace una década. Un talibán que se haya comprometido contra el terrorismo para unirse a un gobierno afgano podría ser una barrera más efectiva contra los ataques terroristas en Occidente que mantener las tropas en Afganistán y luchar en una guerra interminable.

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