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Columnistas | PUBLICADO EL 24 enero 2023

Por más activismo científico

La polarización se ha convertido en una droga. Aceptar la tesis del otro es visto como falta de conocimiento, derrota, y no como evolución en las ideas y practicidad para tomar decisiones correctas en busca de una mejor sociedad.

Por Juan Camilo Quintero M. - @JuanCquinteroM

Nos enfrentamos a la era de la polarización derivada de la exposición a millones de datos y a diferentes fuentes en el ecosistema digital en tiempo real. Muchas veces, el volumen de información que generan redes y algunos medios nos deja a merced de éstos y nos convierte en idiotas útiles de posiciones infundadas, las cuales replicamos sin ningún método de verificación. Y, tal vez, aceptamos caer en la trampa mientras buscamos seguir perteneciendo a la tribu con la que nos identificamos y de la cual no podemos disentir por temor a ser excluidos.

Un estudio de la firma Llorente y Cuenca reafirma lo anterior. La polarización se ha convertido en una droga que genera dopamina y cierta adicción, con sensaciones de bienestar y dependencia a los grupos ideológicos en los que nos movemos, seguramente buscando reafirmar nuestras creencias, porque al final la sensación de siempre tener la razón nos genera más satisfacción que, ser refutados y tener que aceptar la posición del otro. Aceptar la tesis del otro es visto como falta de conocimiento, derrota y no como evolución en las ideas, inteligencia emocional y practicidad para tomar decisiones correctas en busca de una mejor sociedad.

La velocidad y exposición de los ecosistemas digitales nos tiene embebidos en visiones superficiales, son tantas las afirmaciones sobre un tema determinado, la mayor parte sin fundamento científico que, terminamos adhiriendo a conceptos más por tendencias digitales, muchas veces basadas en bots y cuentas falsas de trolls, que llevan a las sociedades a crear paradigmas incorrectos y lejanos a la búsqueda de la verdad, más que por profunda indagación en la ciencia.

Es evidente que la verdad es infinita y surge de una búsqueda permanente de los seres humanos. Preocupa entonces que pretendamos encontrarla en postulados de 300 caracteres, sin fondo, sin bases científicas, basada en empirismo improvisado y movida por falsos líderes o quizás profetas, sobre los cuales, no recae ningún análisis ceñido al método científico que permita plantear una tesis bien relatada para que la sociedad la pueda controvertir y buscar un asomo a la verdad.

Hoy el país reclama activismo científico de las universidades, sus maestros, investigadores, para que se expongan a las redes con sus tesis bien estructuradas que nos ayuden a encontrar un norte fundamentado en la ciencia y a la vez alejarnos del desorden de las ideas superfluas y mentirosas que buscan generar caos para desorientar y que así algunos lleguen a posiciones de poder con intereses oscuros.

Por esto, la ciencia debe entrar al espectro del ecosistema digital y atreverse a resumir sus tesis en pocos caracteres con la posibilidad del clic a sus papers, para que las nuevas generaciones se formen en la búsqueda de la verdad y no en la satisfacción de la superficialidad basada en una polarización peligrosa.

Juan Camilo Quintero

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