<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
Síguenos en:
x
Columnistas | PUBLICADO EL 28 diciembre 2020

Pensar como los inocentes

Por juan josé garcía posadajuanjogp@une.net.co

El título de esta columna, hoy 28 de diciembre, es más bien un recurso casual. Porque está extendiéndose por el mundo universitario una corriente de aire contaminado que tiende a la exclusión de los que se atreven a pensar en contravía o a expresar opiniones que tengan algún tinte de discordancia frente a las ideas predominantes o de moda. Se trata de una expresión del pensamiento totalitario, que está patentizándose, por ejemplo, en universidades estadinenses en las cuales, para mayor concreción, se instalan espacios llamados seguros (safe spaces), parecidos a los reductos de fumadores, en los cuales pueden reunirse aquellos individuos disidentes, con la garantía de que estarán a salvo de acciones neoinquisitoriales y señalamientos de ser opositores a la autoridad institucional.

En corporaciones de educación superior como las aludidas se declaran los propósitos de salvaguardar la tolerancia, el pluralismo, la diversidad, etc., conforme con los delineamientos generales de la tradición universitaria. Pero en los casos de individuos que trabajan en la docencia o en la discencia, la difusión de opiniones que no sean del gusto de los supervisores de turno se cataloga como tendencia inconveniente. Inculcarles a los estudiantes o a los compañeros de clase la máxima de pensar por ellos mismos, el sapere aude kantiano, equivalente a atreverse a saber, a usar la razón con criterio, a alcanzar la mayoría de edad que libra de la heteronomía y la dependencia y el servilismo, atenta contra la comodidad de enseñar la inocencia complaciente, que es tan distinta de identificar, pensar y obrar con libertad, como corresponde a verdaderos intelectuales.

Por resistirse a la tentación de pensar como los inocentes, en centros universitarios como los que han establecido los llamados espacios seguros, donde no se molestará ni mortificará a los discordantes, por ese solo motivo inaceptable entre gente culta y civilizada, a un profesor le revocan el contrato sin explicación convincente, a otro un empleado subalterno le dice que el próximo semestre no tendrá carga académica porque “no necesita esa plata” (como si fuera decisión superior e institucional), y, en fin, se acude a maromas y subterfugios muy diversos, de modo que vaya moldeándose un equipo de trabajo docente que no represente amenaza de polémicas, discusiones, conflictos dialécticos que alteren esa novísima inmunidad de rebaño con la cual se asegurará la formación de sujetos inocentes, ajenos a la controversia académica y el mantenimiento de un clima de armonía, de celebración festiva en el cual prosperen los recreacionistas y no los maestros, no importa si por la antigüedad, el rango en el escalafón, la experiencia y el prestigio merecerían un trato digno. Esta discusión debería efectuarse con toda la apertura, la seriedad y el respeto, si no queremos que se imponga en este país tan imitativo la norma de pensar como inocentes

Si quiere más información:

.