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Columnistas | PUBLICADO EL 15 abril 2019

UN SOLO PUERTO SERÍA SUFICIENTE

Por JOHEL MORENO SÁNCHEZjohmoreno@une.net.co

Tres serían los proyectos que se disputarían la incierta carga marítima del Golfo de Urabá: Puerto Antioquia en la desembocadura del Río León, Puerto Pisisí en Turbo, y Puerto Darién en Necoclí; está por demostrar si habrá la carga suficiente y si las soluciones proyectadas serían las más económicas y ambientalmente amigables.

Unificar esfuerzos y recursos económicos para construir una verdadera zona portuaria de aguas profundas en el Golfo de Urabá que, conectada a otra similar en el Pacífico mediante línea férrea, sirvan de puente para el trasbordo de contenedores entre los dos océanos, el denominado PTI, sería una fórmula sensata.

Porque entre muchas razones, cuenten o no con la necesaria licencia ambiental, financiación o carga para que sean viables, ninguno tendrá la profundidad requerida (mínimo de 18 metros) ni podrían arribar naves posPanamá; pues los dos primeros deberán construir canales de acceso y el tercero un puente de 4,2 km conectado a una plataforma marítima.

El puente y la plataforma representan los costos más significativos, pero la construcción y el mantenimiento del canal son indeterminados debido a la alta sedimentación del río Atrato; un gasto oculto con cargo al presupuesto nacional que se vuelve permanente y de nunca acabar, como ocurre con los billonarios contratos de dragado del río Magdalena para acceder al puerto de Barranquilla o el del canal de 27 km de acceso al puerto de Buenaventura por efecto de la sedimentación del río Dagua.

Deseable estudiar opciones portuarias mejores y ya identificadas como en Tarena y que es preferible desarrollarlas en sitios donde las condiciones y profundidades sean adecuadas; zonas donde “la naturaleza ya hizo el trabajo” y además sin impactar ambientalmente el fondo del océano. Es pasar al otro lado del río Atrato mediante la prolongación de la vía Guapá–Las ánimas–río Atrato (un puente de 900 metros) y cuyo costo sería una fracción del valor del viaducto sobre el mar y así encontraríamos las profundidades exigidas para un verdadero puerto que, conectado al del Pacífico, generaría la carga suficiente para catapultar la economía de Antioquia y del país.

Y la promisoria región de Urabá, la denominada “tierra prometida” con sus riquezas y recursos naturales y minerales, por fin tendría puerto para importar y exportar además, la energía de Hidroituango en lingotes de aluminio como lo previó el proyecto inicial y superar la historia de los vetustos embarcaderos de Zungo y Nueva Colonia, por los que por décadas se ha despachado el banano en bongos hacia los barcos fondeados en la bahía y cuya cifra hoy no supera los dos millones de toneladas anuales.

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