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Columnistas | PUBLICADO EL 11 febrero 2019

SOMOS VULNERABLES

Por FELIPE AGUDELO OLARTE

“Ustedes no saben lo que han hecho”, así comenzó Jesús Vidal sus palabras al recibir el galardón a mejor actor revelación en los Premios Goya, el 2 de febrero, por su participación en la película Campeones (2018) del director Javier Fesser e inspirada en la historia del equipo de baloncesto español Aderes Burjassot, formado por personas con discapacidad intelectual.

En su discurso lleno de emotividad y no en menor intensidad en el público, Vidal, siendo la primera persona con discapacidad visual en ganar en este evento, agradeció a quienes acompañaron el rodaje del filme y a su familia. Fueron de gran fuerza sus palabras a su madre por ayudarle a ver “la vida con los ojos de la inteligencia del corazón” y a su padre a quien le dijo: “con solo una sonrisa, cambiabas y cambias el mundo”.

El actor expresó que a su cabeza venían tres palabras: “inclusión, diversidad, visibilidad”. A través de ellas nos permite comprender la importancia de cada vida que necesita ser puesta en el gran rodaje de este macrofilme que se llama “humanidad”, en la que en su condición única cada quien tiene derecho a interpretar su propio papel y a poder ser visible en una sociedad donde muchos son puestos en el “detrás de cámaras”. Este premio es un reconocimiento a la vulnerabilidad humana, la que hace parte de nuestra sociedad y que a todos nos toca y pertenece.

Concluyó diciendo en su discurso: “queridos padres, a mí sí me gustaría tener un hijo como yo, porque tengo unos padres como vosotros”. ¿Qué pide la vulnerabilidad? Ser amada, aceptada e integrada. Ella a nivel individual pero principalmente como sociedad nos cuestiona nuestras estructuras limitadas y no incluyentes, el deseo de esconder a quienes no responden a un estereotipo creado por algunos e impuesto a todos, las plantillas que buscan hacer seres humanos en serie y no desde la polifonía de la diversidad.

En su “Sonata y Destrucciones”, Pablo Neruda escribe: “adoro mi propio ser perdido, mi substancia imperfecta, mi golpe de plata y mi pérdida eterna”. De esa “substancia imperfecta” surge, cuando es acogida y acompañada en cada uno y en los demás, la capacidad de lo infinito. La vulnerabilidad no es para ser despreciada, sino en palabras del poeta chileno: “adorada”, es decir, exaltada y valorada, pues en ella cada persona expone lo que le es esencial.

A su padre, Jesús Vidal le afirmó: “eres la persona con más ternura del planeta sin pretenderlo”. Y ¿si también nosotros como sociedad ante la vulnerabilidad fuéramos de una no aparente sino real ternura?.

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