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Columnistas | PUBLICADO EL 12 febrero 2019

Los carroñeros

Por david e. santos gómezdavidsantos82@hotmail.com

Entre las muchas sombras que oscurecen el ejercicio de la política real, entre sus secretos y jugarretas, sus cálculos y traiciones, sus manipulaciones y verdades a medias, aparece cada tanto el oportunismo como un antivalor insuperable. Y se siente con fuerza en este país en el que rara vez la tragedia y el sufrimiento dan respiro y aún así, de repente, se escucha a alguien cobrar la desgracia que otros lamentan.

El oportunismo, por supuesto, va de la mano con un desprecio absoluto por la coherencia. Lo importante en el ataque es disminuir al otro aún cuando las acciones que se critican bien podrían ser propias. No vale el qué, lo fundamental es quién. Lo que antes era bueno pasa a ser desastroso si pertenece a la oposición. La idea aplaudida tiene que ser abucheada si salió del partido contrario. Generalizan la idea de que los hechos que ocurren durante un mandato opuesto son todos, sin excusa, responsabilidad de los gobernantes y no importa que después los mismos problemas recaigan sobre ellos cuando tengan el mando. Ya se verá entonces.

Esta semana que pasó fue particularmente miserable para Colombia. Con las muertes violentas que no dan respiro, con los ríos que se secan, con el incendio en el vecindario. Y al sufrimiento tenemos que sumarle las voces carroñeras. La búsqueda inmediata de responsables por hechos en los que, en muchos casos, ni siquiera hay certeza. Primero se ataca y después se corrobora porque al fin de cuentas la inmediatez facilita el olvido.

El periodismo ayuda al desmadre en esa búsqueda frenética por cortar cabezas. Da voz a intereses particulares en perjuicio de las verdades y abre micrófonos a un listado de ignorantes que quieren ganar de gritos. Al final solo queda la mancha de las acusaciones aún cuando las razones fueron pocas.

Se echan de menos voces que lideren el consenso. Actos de gallardía o de disculpas por el error cometido o de reconocimiento por el esfuerzo ajeno. Pero no se ven por ninguna parte en este barrizal del ejercicio público colombiano. En esta realpolitik no hay más futuro que hoy.

Y mientras tanto la grieta política que divide al país de manera notoria en dos bandos irreconciliables es cada vez más amplia. El oportunismo bebe de ella porque es la grieta misma.

David E. Santos Gómez

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