<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
Síguenos en:
x
Columnistas | PUBLICADO EL 05 junio 2022

Las redes sociales y los pactos con el demonio

¿Qué hacer para contener tanta desinformación en un país que, a pesar de su desarrollo industrial y agrícola, todavía está permeado por los rituales de la santería, y donde al mismo tiempo el 80% de la población utiliza WhatsApp?

Por Juan José Hoyos - redaccion@elcolombiano.com.co

¿Dijo el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, en una entrevista, que hizo un pacto con el demonio y que ha estado poseído por él?

¿Son las urnas electrónicas electorales un sistema inseguro de votación fácilmente vulnerable para los hackers dedicados a asaltar las redes informáticas?

¿Necesita Brasil de forma desesperada explotar los territorios indígenas de la Amazonía para obtener potasio, un mineral esencial para la industria de los fertilizantes y que ahora escasea debido a la guerra en Ucrania?

Estas son preguntas que se hacen millones de brasileños bombardeados por la propaganda difundida en las redes sociales por las llamadas “oficinas del odio”, que apoyan el saqueo de la Amazonia y la reelección del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro.

Ese aparato de propaganda convenció en 2018 a millones de brasileños de que, si las elecciones las ganaba el candidato del Partido de los Trabajadores, este iba a implantar un kit gay en las escuelas para enseñar a los niños a ser homosexuales. ¿Una lección aprendida de Colombia?

Las “oficinas del odio”, con el apoyo del presidente Bolsonaro, también manipularon la información sobre las vacunas contra el covid-19 difundiendo la falsa sospecha de que estas podían provocar el riego de contraer VIH.

Los tribunales de justicia del país investigan la participación de estas “oficinas” en la incitación a protestas antidemocráticas, como marchas pidiendo la intervención militar para suplantar el poder civil, y el cierre del Congreso y de la Corte Suprema de Justicia.

¿Qué hacer para contener tanta desinformación en un país que, a pesar de su desarrollo industrial y agrícola, todavía está permeado por los rituales de la macumba, la brujería y la santería, y donde al mismo tiempo el 80 % de la población utiliza WhatsApp?

La respuesta del Tribunal Superior Electoral ha sido ejemplar. En principio, se ha aliado con WhatsApp, Facebook, Instagram y YouTube para frenar la circulación de mentiras y desinformación que puedan interferir en las próximas elecciones. La alianza también ha cobijado a Twitter, Tik Tok y Telegram, la red social preferida por Bolsonaro.

La alianza es apoyada por varias organizaciones de verificación de datos, como la Agência Lupa y Aos Fatos, que se han asociado con algunos medios de comunicación para refutar las informaciones falsas. Los periodistas también han aprendido a ser más cautos al divulgar noticias que desinforman, especialmente las vinculadas con la pandemia de covid-19.

El Tribunal Superior Electoral, además, ha dictado algunas medidas legales. Una de ellas castiga con prisión a los responsables de aquellas redes sociales y medios que divulguen hechos “que se sabe que no son ciertos”, con el fin de influir en los votantes. Otras medidas ya obligaron a Youtube a suspender la monetización en 14 canales que afirmaban que las máquinas electrónicas de votación propiciaban el fraude electoral y ordenaron eliminar varios videos en los que Bolsonaro publicitaba el uso del medicamento ivermectina contra el covid-19. El año pasado, un magistrado de la Corte Suprema también ordenó la extradición del bloguero Allan dos Santos, uno de los principales cerebros de las “oficinas del odio”, quien se encuentra prófugo en Estados Unidos.

Otra medida importante ha sido la prohibición de los envíos de mensajes en masa, “ya que van en contra de la ley y contra la democracia”.

Por lo pronto, estas disposiciones les han permitido a los brasileños saber a ciencia cierta que el expresidente Lula no está poseído por el demonio, que las urnas electrónicas impiden el fraude electoral masivo, que en los territorios indígenas en la Amazonía existe muy poco potasio, que jamás existió un tal kit gay y que su presidente no solo dice mentiras cuando habla del covid-19.

¿Cuándo aprenderá Colombia esta lección del pueblo brasileño? 

Si quiere más información:

.