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Columnistas | PUBLICADO EL 25 septiembre 2020

La soberanía de los datos, una fuente de competitividad

Por Agostinho J. Almeida@Agos_Almeida

El Privacy Shield (Escudo de Privacidad) entre la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos (EE.UU.), era un marco que regulaba la transferencia de datos con fines comerciales de usuarios europeos a compañías en los EE.UU. Este acuerdo, entre otras cosas, permitía a las empresas estadounidenses recibir más fácilmente datos personales desde la UE bajo sus propias leyes de privacidad. Ahora bien, esto no es poca cosa, representando la base para el comercio digital trasatlántico de más de 5.000 empresas, en que al menos más de la mitad son startups y pymes; y el valor de mercado de este comercio trasatlántico podría ser más de US$7 billones. Pero en julio pasado el Tribunal de Justicia de la UE dictaminó que los EE.UU. no ofrecen garantías suficientes en cuanto a la vigilancia y la seguridad de los datos personales. En otras palabras, la UE está sugiriendo que sí se puede confiar en sus estándares, pero no en los de EE.UU., una declaración en lo mínimo audaz en términos de leyes de vigilancia y transparencia y con un impacto sobre la soberanía de los datos. Esto está lejos de ser trivial, considerando no sólo las “guerras” comerciales digitales, sino también las fuertes discusiones geopolíticas que se han asistido sobre tecnologías emergentes, internet y los datos.

Este es un tema de suma relevancia, especialmente en un momento en el que varios gobiernos y grandes empresas están siendo cuestionados sobre la seguridad, la ética y la transparencia con respecto a los datos recopilados en medio de la lucha contra el covid-19 y el uso de aplicaciones de teléfonos inteligentes. De hecho, ahora existen varios movimientos para solicitar la desactivación de la recopilación de datos y su eliminación una vez que termine la pandemia mundial. En un mundo cada vez más conectado (el mercado de Internet de las cosas -IoT- podría alcanzar más de US$15 billones en 2022), la velocidad y la creciente cantidad de datos representan tanto una oportunidad como un desafío para cualquier sociedad.

El comercio electrónico y pagos digitales en América Latina están creciendo rápidamente y la transformación digital (en sus diferentes vertientes) se está volviendo un tema casi mandatorio para las organizaciones y gobiernos. Esto significa que las tecnologías emergentes como IoT, inteligencia artificial y blockchain jugarán un papel crucial en la productividad y competitividad de las empresas, país y la región; más aún en un país como Colombia que enfrenta una crisis económica, agudizada por la pandemia, y estructural debido a la gran dependencia de nuestra balanza comercial en las industrias de extracción. Independiente de los retos herculanos que tenemos de cara al uso de los datos, la oportunidad para generar y capturar valor desde ahí, puede ser extraordinaria aun siendo todavía incierto. Sin embargo, es clave comprender el porqué y el qué antes del cómo; y más que solo una cuestión de infraestructura o transformación digital, los marcos legales y regulatorios son imperativos para asegurar su uso ético y transparente, así como para garantizar la soberanía de los datos no solo de los países, sino también de las organizaciones e individuos.

Agostinho J. Almeida

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