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Columnistas | PUBLICADO EL 07 noviembre 2020

La sátira política no ha muerto. Ahora son historias de terror

Por Annalee Newitz

La sátira política parece prácticamente imposible en estos días. ¿Cómo burlarse de los líderes y las instituciones cuando algunos de ellos están tan locos que parece que Borat fuera a aparecer en cualquier momento y decirnos que estamos frente a la cámara? Pero la sátira sigue siendo saludable, si estás dispuesto a buscar en el lugar correcto: historias de terror.

La serie de televisión “American Horror Story: Cult” fue una de las primeras de este género en hacer referencia explícita a la nueva administración presidencial en 2017, con un inquietante estreno de temporada llamado “Election Night”, en el que Donald Trump gana la presidencia y un grupo de payasos comienza a asesinar personas.

Sin embargo, fue “Get Out”, lanzado un mes después de la posesión presidencial, lo que marcó el comienzo de una nueva era de sátira política. La sátira desenmascara la hipocresía, mientras que el horror pone rostro a nuestros peores miedos. “Get Out” hace ambas cosas. Su protagonista negro descubre que la familia liberal aparentemente agradable de su novia blanca es en realidad una camarilla de científicos locos malvados que están robando cuerpos de jóvenes negros.

La película resonó entre los estadounidenses que estaban conmocionados por el regreso de la ideología racista a la Casa Blanca. Jordan Peele, su escritor y director, dijo que concibió la película en parte como respuesta a lo que llamó la “mentira pos-racial” de la era de Obama, y que el aterrador “lugar hundido” en la película era de cierta forma una metáfora del complejo industrial-penitenciario. La película funcionó como una sátira porque ofrecía una versión fantástica de los horrores de la vida real, creando un espacio imaginativo donde el público podía procesar la verdad sin confrontarla directamente.

Tananarive Due, escritora y profesora en UCLA que enseña una clase sobre estética del horror negro, le dijo a Vanity Fair que cree que el horror era “terapéutico” para su madre, la líder de derechos civiles Patricia Stephens Due. La emoción de ver el horror, dijo, “la ayudó a desprenderse de ese miedo e ira”. Cuando una idea política tóxica se convierte en un demonio literal, la audiencia puede imaginarse matándola y escapando de su sangriento reino de terror.

“Get Out” fue la primera de varias historias de terror recientes en las que nuestros héroes luchan contra los monstruos de la supremacía blanca. En “Sorry to Bother You”, los organizadores sindicales y los artistas se enfrentan a los vendedores por teléfono que venden mano de obra esclava y facilitan experimentos secretos con los negros.

Estas oscuras fantasías funcionan como una sátira porque convierten formas complejas, a menudo ocultas, de injusticia estructural en cosas aterradoras que son fáciles de identificar, aunque no siempre fáciles de derrotar. Cuando la supremacía blanca se personifica como un monstruo o un demonio, el público se sumerge en un mundo donde es difícil negar que el racismo es real. No solo eso, lo puede matar o, peor aún, convertirse en su marioneta con el cerebro lavado.

La sátira también nos atrae al prometer humillar a quienes tienen poder sobre nosotros. Por lo general, esta humillación se usa para reír, pero esa liberación ya no parece ser suficiente. La película ganadora del Oscar “Parasite”, ambientada en Corea del Sur, invita a espectadores a deleitarse con el declive empapado de sangre de una familia rica y privilegiada. Atrapados en una relación espeluznante por una familia de estafadores empobrecidos, estos despistados del uno por ciento son engañados, desplumados e incluso asesinados. Al final, ambas familias se separan en un colapso homicida. Aunque hay una triste satisfacción al ver a los ricos abatidos, la violencia en ambos lados recuerda a los espectadores que nadie sale ileso de la lucha de clases.

Si quienes se enfrentan al racismo del mundo real buscan historias de terror como terapia para lo que les aflige, entonces tiene sentido que las sátiras más eficaces de la actualidad den forma tangible a las pesadillas estadounidenses no reconocidas. No es suficiente reírse de lo que nos está lastimando. El horror es una llamada a la acción. Es hora de matar algunos monstruos.

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