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Columnistas | PUBLICADO EL 24 septiembre 2022

¿Fracking?

En Colombia ha habido un largo debate sobre el fracking, el cual se ha politizado e ideologizado más en los últimos meses. Desarrollar los yacimientos no convencionales garantizaría nuestra autosuficiencia energética.

Este jueves 22 de septiembre, el gobierno inglés anunció el fin de la prohibición al fracking. La ministra de Economía y Energía aseguró que el fortalecimiento de la seguridad energética es una prioridad para su gobierno, especialmente a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania y la instrumentalización de la energía como un arma de guerra por parte del presidente ruso. El anuncio hace parte de una serie de medidas que ha adoptado Inglaterra para combatir la crisis energética. La primera ministra Truss aseveró, también, que el Reino Unido se convertiría en un exportador neto de energía a 2040 y que acabaría con el cortoplacismo en la toma de decisiones sobre el suministro energético del país. Inglaterra no está sola, Canadá, Australia y Argentina utilizan este tipo de explotación, e incluso miembros de la coalición del gobierno alemán han pedido revisar la prohibición al fracking, ya que actualmente importan gas natural licuado de Estados Unidos extraído con fracking.

Pero ¿qué es el fracking y en que está Colombia? El fracking, o fracturamiento hidráulico multietapa con perforación horizontal, es una práctica para extraer hidrocarburos de yacimientos no convencionales que combina dos técnicas que se han utilizado responsablemente por muchos años. La primera es la estimulación hidráulica, con la cual se hacen fisuras milimétricas en rocas donde se alojan los hidrocarburos y permite que estos fluyan hacia la superficie más fácilmente. Esta práctica se usa desde los años 50 a nivel global, y se estima que se ha aplicado en cerca del 50 % de los pozos en el departamento del Meta. La segunda es la perforación horizontal, incluso más antigua que la estimulación hidráulica, que permite extraer hidrocarburos de yacimientos que se extienden por planos de varios kilómetros en el subsuelo, sin necesidad de perforar múltiples pozos verticales.

Aunque estas técnicas existen hace décadas, solo a finales de los 90 una empresa logró combinarlas de manera exitosa en Texas. Ese fue el inicio de la revolución del gas de esquisto (shale revolution) en Estados Unidos, donde la producción de gas natural creció a una tasa anual del 45 % entre 2005 y 2010, convirtiendo al país en exportador neto de hidrocarburos en 2020, como hoy lo anhela el Reino Unido. Más importante aún, el fracking le permitió a Estados Unidos ser el país que más redujo las emisiones de CO2 en su matriz eléctrica en la última década, al reemplazar carbón en centrales de generación de energía por un combustible mucho más limpio, el gas natural.

En Colombia ha habido un largo debate sobre el fracking, el cual se ha politizado e ideologizado más en los últimos meses. La realidad es que hoy existen dos pilotos, con estrictas regulaciones ambientales, sociales, técnicas y de salud pública, así como contratos comerciales que se firmaron entre 2013 y 2014. La oportunidad que tiene el país es extraordinaria: desarrollar los yacimientos no convencionales nos permitirían pasar de 7,6 a más de 20 años de reservas en petróleo y de 8 años a más de 35 en gas natural, garantizando nuestra autosuficiencia energética y atrayendo inversiones billonarias al país. ¿Nos atreveremos a tomar decisiones como en Estados Unidos, Canadá, Australia y ahora Inglaterra? 

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