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Columnistas | PUBLICADO EL 18 abril 2022

#EnModoDemocracia

Por María Bibiana Botero C.

Lo que escoden los totalitarios, con mucha premeditación, es que para generar prosperidad colectiva no es necesario dar un timonazo hacia los absolutismos. Ahí es donde nos hundimos.

Por María Bibiana Botero C.* - www.proantioquia.org.co

Por María Bibiana Botero C.* - www.proantioquia.org.co

A escasos 40 días de la primera vuelta presidencial, estamos en un momento en donde descalificaciones, maximización de la tragedia, ataques al contrario y propuestas sin rigor técnico están al alza.

Tanto en juego, tanto en riesgo en el ahora y en el futuro del país.

Dos alertas: la primera, la posibilidad de que se cambie e irrespete el mandato constitucional y, con esto, la amenaza a todas las libertades a y ese bien supremo que es la democracia. Las terribles consecuencias las hemos visto en el vecindario: inestabilidad política en el Perú, el cambio en las reglas de juego en Venezuela y Nicaragua, donde es evidente la instauración de dictaduras. La amenaza está presente.

Hay un sector empeñado en que haga carrera la idea falsa de que en Colombia no tenemos democracia. Esa mentira esconde un desprecio por la institucionalidad y un delirio mesiánico que se proclama salvador y único poseedor del cambio posible. Se requiere gallardía para reconocer los avances que tenemos y, aunque es indudable que Colombia necesita transformaciones potentes y urgentes, preocupa la clase de propuestas y el cómo dicen que las harán realidad.

Los mesiánicos, quienes, además, se autoproclaman defensores y descubridores de la democracia popular, saben que crear un ambiente fatalista, de desesperanza, desasosiego, mezquindad, división y odio, es la tormenta perfecta para llegar al poder y enquistarse en él con autoritarismo. Afirman: la justicia social, oportunidades, equidad, progreso y desarrollo solo son posibles si ellos están a cargo.

Lo que escoden los totalitarios, con mucha premeditación, es que para generar prosperidad colectiva no es necesario dar un timonazo hacia los absolutismos. Ahí es donde nos hundimos.

Luis Carlos Galán dijo hace tiempo que “Colombia parece todos los días a punto de perecer”. Y aunque su propia muerte, y la de otros en esa época agreste, parecía haberle dado la razón, el tiempo y los esfuerzos de tantos nos permiten decir que esto no es cierto. Hay esperanza.

La segunda alerta tiene que ver con el aplazamiento de la urgente agenda social del país: atenderla, priorizarla, ejecutarla con decisión y convicción es la mejor cura para los populismos. El crecimiento en estándares sociales en las ciudades y en el campo es, además, un necesario correlato para la defensa y respeto de la democracia.

La solución a los grandes problemas sociales tiene que ser medular a cualquier propuesta y su compromiso es de todos: ni la seguridad puede ser exclusiva de una orilla, ni la lucha por la equidad es una bandera solitaria de la otra. El cuidado del medioambiente, la promoción de la diversidad, acciones por la sostenibilidad, el aprecio y valor de lo público, el compromiso con tener sociedades más justas son principios superiores y, por lo tanto, la esencia de nosotros los demócratas, sin distingo de ideologías partidistas. Es nuestra obligación su apropiación y defensa.

Fortalecer la democracia, con estabilidad, credibilidad y respeto institucional, con el acelerador puesto en la agenda social y de equidad, es un camino posible. El otro, lleno de promesas vacías, odios verdaderos y mentiras enormes, nos llevará directo al abismo.

* Presidente ejecutiva de Proantioquia.

Proantioquia

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