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Columnistas | PUBLICADO EL 18 agosto 2021

El librero
de Kabul

Por Diego Aristizábaldesdeelcuarto@gmail.com

Una vez más, Afganistán es noticia para nosotros, para el mundo, digo yo. Una vez más, intentamos comprender la complejidad de su cultura. Este es un pretexto para volver sobre un libro que fue escrito por la periodista noruega Åsne Seierstad, hace 20 años, y que describe muchos detalles de la historia y la incertidumbre que han vivido sus habitantes. Unas memorias fabulosas en las que se mezclan lo político y los acontecimientos ocurridos en Afganistán, pero, sobre todo, el miedo que le tienen los radicalistas a la cultura y a la educación.

“El librero de Kabul” es la historia de Sultán Khan, un patriota afgano, a menudo frustrado por su país, pero ante todo un librero, un hombre culto y hábil en los negocios, pero también autoritario y machista; sobre este último aspecto algo sabemos, el maltrato y el abuso que sufren las mujeres no es un secreto, más bajo el régimen talibán. Por eso no me detendré ahí, prefiero concentrarme en el acto insólito de encontrar una familia librera, como dice la periodista, en un país donde tres cuartas partes de la población son analfabetas. Esta es una familia que hace parte de un país donde, primero, los comunistas le quemaron los libros a Khan, luego los muyahidin saquearon su librería y, finalmente, los talibanes volvieron a quemar sus libros.

Esta es la historia de la ignorancia humana, de los sesgos y los radicalismos; por algo un día la policía religiosa requisa con celo la librería de Sultán Khan, porque estos hombres consideran enemigos públicos a todos los amantes de las imágenes, los libros, las esculturas, la música, la danza, las películas y el pensamiento libre. Lo curioso es que Sultán, librepensador, tiene claro que todas las voces deben escucharse y por eso jamás se opuso a vender textos talibanes, pero también quería que estuvieran, al lado del credo sombrío de los talibanes, libros de historia, obras científicas, textos teológicos del islam y, sobre todo, novelas y poesía. Los talibanes son poco versados en la historia islámica o afgana, y tampoco les interesa lo más mínimo; por algo el librero tuvo que decir varias veces: “Podéis quemar mis libros, podéis complicarme la vida y hasta quitármela, pero no conseguiréis borrar la historia de Afganistán”.

La barbarie ha demostrado que en cuestión de medio día pueden destruirse los testimonios de una historia milenaria; sin embargo, en estos últimos años, muchos de sus habitantes han comprendido que no pueden permitir que los talibanes u otros guerreros sigan destruyendo el alma de Afganistán. La educación y la libertad son un susurro que muchos aprendieron y quieren defender

Diego Aristizábal

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