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Columnistas | PUBLICADO EL 07 julio 2022

Cuando se ignora no se opina

Hidroituango se ha convertido en pesadilla permanente para el alcalde, nada le sale bien, ninguna opinión es acertada. Confunde términos, los cambia y los emplea con significado equivocado.

Por Juan Gómez Martínez - redaccion@elcolombiano.com.co

El silencio es lo más prudente cuando se trata un tema desconocido. Lo hemos visto muchas veces cuando nuestro alcalde opina sobre Hidroituango: muestra su ignorancia y da pruebas de su atrevimiento. Nunca ha acertado, nunca ha dado señales de saber del tema, siempre se ha equivocado y siempre ha demostrado su odio por todo lo que nos enorgullece a los antioqueños. Es como si se hubiera equivocado al nacer en estas tierras.

Ahora resulta que hasta el contrato de la alimentación de los trabajadores le ha jugado una mala parada. Comida mala, mal balanceada, dañada, pero cara. ¿Otro contrato para pagar favores? A eso ya nos tiene acostumbrados.

Hidroituango se ha convertido en pesadilla permanente para el alcalde, nada le sale bien, ninguna opinión es acertada. Confunde términos, los cambia, los emplea con significado equivocado. Un voltio o un vatio lo confunden, lo hacen equivocar y la equivocación es multiplicada por mucho cuando habla de megas o kilos.

Lo malo es que pareciera que eso es contagioso. Los errores se los transmitió a su jefe y presidente de todos los colombianos. Hasta mío. Habla de desembalsar como si eso fuera cuestión de quitar un tapón o simplemente correr una compuerta que no existe. Es que un embalse para acumular y guardar agua es muy distinto a un embalse para darle altura al agua que va a generar la energía. Si ese tema no se conoce, es mejor quedarse callado. Al buen callar llaman Sancho.

Bien hace el nuevo presidente en buscar ministros que sepan del tema para el cual los nombra. Uno no puede dominar todas las ciencias y por eso debe escoger a los mejores para cada cosa. Distinto al alcalde, que nombró gente desconocedora de los temas y, es más, desconocedora de la ciudad. Por eso, no ha acertado en nada. Por eso, Medellín se ha convertido en la ciudad caótica, la ciudad desordenada, sucia, con las zonas verdes descuidadas. La ciudad de los huecos, la ciudad de los venteros ambulantes y, lo que es peor, la ciudad peligrosa. Medellín perdió su norte.

Esperemos que no nos volvamos a equivocar trayendo a funcionarios de otras partes. Así hayan nacido aquí, la ciudad no se conoce desde la cuna, hay que vivir en ella, hay que recorrerla, hay que hablar con la gente, informarse de sus carencias y necesidades. No nos podemos volver a equivocar dejándonos envolver por las palabras de un desconocedor de la ciudad. Para el futuro, busquemos a quien sí tenga compromiso con Medellín y sus habitantes, a quien sienta ese compromiso y no busque enriquecerse y hacerlo con sus amigos.

Medellín merece mucho más que una figurita prendada de sí misma. Merece un muy buen administrador y no un repartidor de contratos con buenas participaciones. Volvamos por lo que teníamos y defendíamos. Hagamos de Medellín una ciudad grande y amable. Que sea otra vez ejemplo de un buen gobierno 

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