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La recesión provocada por la pandemia de covid-19 no es una recesión común. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), en comparación con crisis internacionales anteriores, la contracción ha sido repentina y profunda; los datos trimestrales arrojaron que la reducción del producto mundial fue aproximadamente tres veces más que durante la crisis financiera mundial en 2008, y en la mitad de tiempo.
De acuerdo con el informe “Secuelas de la pandemia de covid-19: perspectivas de daños económicos a mediano plazo”, publicado por el FMI, las pérdidas producidas por la crisis son sustanciales: en 2024, el producto mundial estará aproximadamente un 3 % por debajo del nivel previsto antes de la pandemia, y el grado de cicatrización dependerá de la estructura de la economía de cada país y la magnitud de las políticas de respuesta.
Las economías más afectadas
Para el FMI, la senda de la recuperación sigue siendo un reto, en especial para los países con margen de maniobra fiscal limitado y el impacto diferencial de la pandemia hace que esta sea más difícil, ya que, a diferencia de lo sucedido durante la crisis financiera mundial, se espera que las economías de mercados emergentes y en desarrollo tengan secuelas más profundas que las economías avanzadas, y que las pérdidas sean mayores entre los países de bajo ingreso (ver Gráfico).
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), advirtió en declaraciones recientes que la crisis de la covid-19 impactará a una ya debilitada economía mundial y la afectará tanto por el lado de la oferta como de la demanda, ya sea a través de la interrupción de las cadenas de producción -que golpeará severamente al comercio mundial- como a través de la pérdida de ingresos y de ganancias debido a un alza del desempleo y mayores dificultades para cumplir con las obligaciones de deuda.
Asimismo, las estimaciones de la Cepal prevén una contracción de -1,8 % del producto interno bruto de América Latina, una de las regiones más afectadas por la pandemia, lo que podría llevar a que el desempleo en la región suba en diez puntos porcentuales. Esto llevaría a que, de un total de 620 millones de habitantes, el número de pobres en la región suba de 185 a 220 millones de personas; en tanto que las personas en pobreza extrema podrían aumentar de 67,4 a 90 millones.
“La pandemia ha evidenciado y exacerbado las grandes brechas estructurales de la región y, en la actualidad, se vive un momento de elevada incertidumbre en el que aún no están delineadas ni la forma ni la velocidad de la salida de la crisis. No cabe duda que los costos de la desigualdad se han vuelto insostenibles y que es necesario reconstruir con igualdad y sostenibilidad, apuntando a la creación de un verdadero Estado de bienestar, tarea largamente postergada en la región”, afirmó Bárcena.
Ante este panorama, Ramón Javier Mesa Callejas, profesor de Economía de la Universidad de Antioquia, señaló que entre las secuelas que ha dejado la pandemia en una economía como la colombiana está la pérdida de empleos y el costo que eso representa en materia de ingresos que no fluyen en el circuito económico.
“Esta crisis ha dejado muchas familias sin sustento, elevando los índices de pobreza. De hecho, lo que Colombia había logrado en materia de reducción de la pobreza en lo corrido de este siglo, se perdió por efectos de la pandemia. Junto a lo anterior, podría señalarse como otra secuela el deterioro de la capacidad productiva de muchas empresas que aún no despegan y que siguen confinados por los rebrotes de la covid. Del lado de las finanzas públicas, el elevado déficit público que bordea el 9 % del PIB (Producto Interno Bruto) y el fuerte crecimiento de la deuda”, afirmó Mesa Callejas.
Las mayores pérdidas de producto a mediano plazo se producen en países de bajo ingreso; una divergencia que, según el FMI, es consecuencia de las distintas estructuras económicas y de la magnitud de las respuestas de política fiscal de los países. Es por esta razón, que las economías más dependientes del turismo o con una proporción mayor de sectores de contacto intensivo, como son las islas del Pacífico y la región del Caribe, pueden experimentar pérdidas más permanentes. Por ejemplo, se estima que, en 2024, el PIB de las islas del Pacífico sea un 10 % menor de lo proyectado antes de la pandemia. Muchos de estos países también cuentan con una capacidad y un margen de maniobra de la política económica más limitados para poder incrementar la respuesta sanitaria y apoyar los medios de subsistencia.
Políticas de recuperación
Según el informe del FMI, el grado de recuperación dependerá de la persistencia de los daños económicos o secuelas a mediano plazo, los cuales variarán según el país, dependiendo de la trayectoria futura de la pandemia, la proporción de sectores de contacto intensivo, la capacidad de las empresas y los trabajadores para adaptarse, y la eficacia de las respuestas de política económica.
Con respecto a esto, Mesa Callejas afirmó que será fundamental mantener la política económica de corte expansivo a nivel monetario y fiscal que brinde la posibilidad de acceso al crédito para recuperar el consumo y la inversión; igualmente, incentivar la construcción como un sector importante para la generación de empleo: “Para reducir los impactos diferenciados que ha dejado la pandemia entre los países es clave la ayuda internacional a nivel de estrategias de cooperación multilateral en frentes como el financiero, la cooperación técnica, científica y tecnológica, las donaciones, entre otras”, dijo.
Entre las recomendaciones que hizo el FMI sobre políticas para limitar las secuelas, está que los países tendrán que adaptar sus políticas a las diferentes etapas de la pandemia, con una combinación de apoyo mejor focalizado en las empresas y los hogares afectados, así como con inversión pública, por lo que se resaltaron tres prioridades que deberán tener en cuenta las economías tanto avanzadas como en desarrollo: revertir el retroceso en la acumulación de capital humano -para hacer frente al aumento de la desigualdad, deben ampliarse las redes de protección social y asignarse recursos adecuados a la asistencia sanitaria y a la educación-; respaldar la productividad mediante políticas que faciliten la movilidad laboral y promuevan la competencia y la innovación, y por último, impulsar la inversión en infraestructuras públicas, en especial en infraestructuras verdes, que contribuyan a atraer inversión privada.
Por último, la organización hizo énfasis en la importancia de fortalecer la cooperación internacional para abordar la cuestión de la creciente divergencia entre países, por lo que, indicó, es fundamental que las economías con limitaciones financieras tengan acceso adecuado a la liquidez internacional para el gasto en desarrollo. En el frente sanitario, esto significa también garantizar la producción adecuada y un acceso equitativo mundial a las vacunas contra la covid-19.