A Sandra Morelli, contralora general de la República, hay dos personajes que le borran la sonrisa: el fiscal Eduardo Montealegre y la auditora Laura Marulanda. Al primero le atribuye que después del debate en el que se enfrascaron, el país piense que "soy una señora loca y chiflada".
Y de Marulanda dice que es una "señora que hace daño", pero que no es una mala vecina (sus oficinas quedan en el mismo edificio, en el mismo piso).