El cineasta antioqueño Víctor Gaviria se prepara para iniciar el rodaje de su cuarto largometraje titulado 'La Mujer del Animal', su primera película de época en la que se centrará en una violencia anterior al narcotráfico.
El gran reto de la producción será recrear los años 70, momento en el que en un barrio de invasión en Medellín, una mujer fue raptada por un familiar de su hermana cuando tenía apenas 18 años, ese personaje a quien apodaron 'La Bestia', la convirtió en su mujer contra su voluntad durante casi una década.
En entrevista con Colprensa, el galardonado director habló sobre las razones que lo llevan a persistir en su ‘cine de realidad’
¿Por qué hacer este tipo de cine en Colombia?
Porque el cine de realidad no solo te confronta con las cosas que ocurren sino que realmente te hace entender el trasfondo de lo que pasa. Este cine hace un retrato descarnado de la realidad. En mis películas me baso en historias reales que requieren una investigación profunda, que construya el universo de la película.
¿Su nueva película pertenece a este género?
Sí. Y se sitúa en un contexto diferente: la violencia política que es un fenómeno anterior al narcotráfico. Esta violencia viene desde la aparición de movimientos guerrilleros que generaron un desplazamiento que provocó el nacimiento de decenas de barrios de invasión en las grandes ciudades.
Ahí nace una forma de violencia que se desarrolla en barrios que crecen a espaldas de la ciudad, esto es lo que me interesó en 'La mujer del animal', porque son personas que están directamente marcadas por la violencia política, en algún momento sus tíos, abuelos, primos, fueron asesinados en medio de ese conflicto.
¿Cuál es el reto de recrear esta época?
Creo que ese reto nos permite darle forma a un retrato descarnado de la realidad. Elegimos algunos rasgos de significación para que el espectador vea e identifique un momento determinado, y que ese momento le cuente algo sobre la película.
Recrear época nos da la oportunidad de complementar y darle forma a la historia. Los vestuarios, lo que se oye, lo que se piensa, el entorno, todos estos elementos son también herramientas narrativas necesarias en la historia.
¿Representa una mayor inversión?
No, el rodaje será en un barrio de invasión de Medellín en donde hay calles que ni siquiera tienen nomenclatura, tampoco hay carros o fachadas que impidan plasmar un barrio de esa década. Es un lugar en el que el desplazamiento y la pobreza siguen estando presentes.
La pobreza muchas veces es un lugar neutral de la historia, porque la necesidad, la miseria, la falta de recursos es un “lugar cero” de la historia, es un factor que permanece igual en todas las épocas.
Se ha caracterizado por escudriñar los rincones de la ciudad en busca de historias ¿cómo selecciona el mejor argumento?
Muchas historias se desperdician, porque aunque son excelentes, debo centrarme en una. Otras tienen algún desenlace con sus propios personajes, en Medellín ya existen procesos cinematográficos que le apuestan a un cine popular, un cine hecho por la gente de la calle, un cine hecho por la gente que ha vivido su propia historia.
¿Qué representa 'La mujer del Animal' en una carrera tan sólida como cineasta?
Es una exigencia impresionante porque es una historia tremendamente compleja. Además, este será un relato de comienzo a final, algo que quería hace mucho tiempo, porque ‘La Vendedora de Rosas’ o ‘Rodrigo D.’ fueron hechas con gente de la vida cotidiana que tenía mucho aire alrededor y a través de ellos conté costumbres, situaciones y fragmentos de una historia.
En cambio con 'La mujer del animal' está todo situado en un contexto, pero al mismo tiempo la historia de los personajes está ligada a todo un universo narrativo. En este proceso serán determinantes los actores, porque ellos son muy espontáneos y de cierta manera el guión debe mantenerse fiel a la realidad.
¿Seguirá utilizando actores naturales? ¿De dónde nace el interés por ellos?
Sí, la película tendrá actores y relatos naturales. El interés viene sobretodo porque en el momento en que empecé hacer cine, me negué a trabajar con actores profesionales, porque eran muy de escuela, de sobreactuación. Entonces pensé que usar actores naturales era la única forma de buscar una originalidad.
Son los testimonios de esos actores los que estructuran el guión, y cuando esos narradores se ponen ante una cámara a actuar su propia realidad, la película logra conseguir esa verosimilitud que necesita.
Con la Ley de Cine ¿cuál es el panorama de este tipo de cine en Colombia?
Es un aporte que significa mucho, no solo en el cine de realidad sino en todos los géneros, porque permite acercarse a una posibilidad, que aunque hay que lucharla mucho, permite que las películas colombianas sigan haciéndose. El cine ya no es lo mismo de hace 10 años.
Este año hay 20 o 25, antes el número era muy inferior, algunas no tienen mucho éxito con el público pero siguen haciéndose.
¿Hay una saturación de la violencia en el cine latinoamericano?
Es una crítica constante, pero incluso los mismos canales privados vieron que de ahí podían surgir temas más lucrativos que cualquier otro. En ese sentido ese sector ha saturado, banalizado y comercializado la violencia. Es muy irónico porque el mundo se venía encima si hacíamos ese tipo de cine, pero apenas descubrieron ese interés de la audiencia, se fueron por ese lado.
