Hasta la pacífica Noruega ve con impotencia cómo su rutina se ve salvajemente rota por acciones terroristas. Una gran explosión en el centro gubernamental de Oslo, seguida luego de un tiroteo en una isla al sur de la capital, pusieron a los gélidos y tranquilos habitantes de Noruega ante la cruda realidad de la barbarie. En estos tiempos una acción violenta de tal magnitud, hace que se mire en los primeros instantes hacia grupos islamistas, máxime cuando el país escandinavo tiene tropas en Afganistán. No obstante, el gobierno y la policía noruega, más prudentes, prefirieron tener elementos de juicio antes de sacar conclusiones precipitadas. Se teme que sean elementos nacionales los causantes de las masacres. Una noticia devastadora para un país pacífico, no acostumbrado a tener que lidiar con enemigos internos.
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