"We shall overcome some day? Venceremos algún día. En lo profundo de mi corazón yo tengo fe. Caminaremos de la mano un día?". Este bellísimo negro espiritual que se convirtió en un canto por la libertad y por los derechos humanos, especialmente en la década de los 60, ha sido interpretado por artistas muy famosos en los Estados Unidos, como Pete Seeger, figura fundamental en la canción folclórica americana, Joan Báez, Mahalia Jackson y el cantante de rock Bruce Springsteen.
Evoco con emoción esta música que en abril de 1968 cantamos en las calles y en el estadio de la universidad de Colorado, en un día trágico para el país del norte y para todo el mundo: el del asesinato de Martin Luther King.
Recuerdo que entrábamos a un curso de Historia de Latinoamérica sobre la Revolución mexicana, cuando al inicio el profesor se puso de pie y nos dio la triste noticia del magnicidio. Inmediatamente nos levantamos los estudiantes y con la cabeza baja y en silencio permanecimos así todo el tiempo del curso, en una reflexión profunda sobre lo que representaba la tragedia de quitarle la vida a un personaje como King, quien por su lucha por los derechos humanos y contra la discriminación racial, había obtenido el premio Nobel de la Paz.
Esa noche de inicios de primavera, en el estadio universitario se realizó uno de los homenajes más multitudinarios y conmovedores a los que he podido asistir.
El canto de los negros espirituales salía de las gargantas de artistas reconocidos y se repetían en las voces de los asistentes, para transmitir el dolor por la pérdida del líder norteamericano.
En una sentida unión de voces entonamos entonces esa famosa canción: We shall overcome, convertida en himno a los derechos humanos y a las reivindicaciones sociales. En el entierro del líder de raza negra, la gran cantante americana Mahalia Jackson la entonó con su espléndida y emocionada voz.
Ese Nosotros venceremos significaba, en medio de la tristeza, la esperanza por la cual había luchado tanto King, en un país cuya declaración de independencia fue anterior inclusive a la fecha de la Revolución Francesa, símbolo por excelencia de los derechos del hombre.
La elección de Barack Obama para la presidencia del país más poderoso del planeta tiene un sentido inmenso para los Estados Unidos y para el mundo. Es una llamada a vencer también las discriminaciones y exclusiones, en muchos otros lugares en el mundo.
Es significativo además para unos países que en el momento actual enfrentamos la tragedia de numerosos conflictos y el atropello a los derechos humanos.
En el fondo de este escenario vuelve a aparecer la música de ese famoso negro espiritual que nos transmite lo más profundo del alma y convoca a la unión y a la solidaridad entre los hombres.
El presidente Obama ha repetido "Esta es una sola nación? el sueño del cambio ha llegado?". Esta voz resuena con el trasfondo de lo que fue la propuesta de Martin Luther King cuando decía Tengo un sueño, y que el día de su asesinato se expresó en una hermosa plegaria venida de la más fina tradición musical americana. Es esperanza que abre caminos quizás más fáciles de transitar cuando a la cabeza de un país que tanto tiene que ver con el destino del mundo contemporáneo se encuentra un líder que encarna la libertad y el reconocimiento de la dignidad del hombre.
Así mismo la posibilidad de acercamiento respetuoso a los otros pueblos para afianzar su derecho a la paz. Posibilidad de transitar por esta tierra, "cogidos de la mano" como expresión de humanidad en busca de un sueño común: el de la igualdad de los seres humanos, no sólo ante la ley sino ante la vida, como solía recordarnos tantas veces el maestro antioqueño Estanislao Zuleta.
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