A 10 estudiantes de medicina en Boyacá sólo les faltaba pasar el examen de inglés para obtener su título y otros 50 jóvenes en Cali querían ser guardas de tránsito.
Seguramente eran el orgullo de sus familias y buena parte de las expectativas de una mejor calidad de vida pasaban por el éxito que esos jóvenes pudieran tener en sus puestos de trabajo.
Pero todo se cayó como en un castillo de naipes, pues los futuros médicos y los agentes de tránsito cogieron los atajos de la ilegalidad. Los primeros contrataron a 10 personas bilingües para que hicieran el examen por ellos y los del tránsito en Cali falsificaron las pruebas con las que ganaron el concurso.
Los suplantadores están ahora en líos judiciales, los estudiantes fueron expulsados de la universidad y a los guardas se les cerraron las puertas. Por ventajosos.
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