En los pueblos ocupados por los rebeldes -también de carácter yihadista, el ala más ortodoxa y extremista del islam- los civiles sufren ejecuciones sin fórmula de juicio, secuestros, violaciones de mujeres y desplazamiento forzado. Ya son más de 500.000 los desterrados en Mosul y la región autónoma de Kurdistán, en límites con Turquía e Irán.
La ofensiva comenzó hace seis días y produjo alerta en Estados Unidos. Su presidente, Barack Obama, se pronunció este viernes, muy preocupado, pero se abstuvo de anunciar una reocupación militar, tras la retirada en 2011 de sus tropas, con cientos de muertos y miles de heridos, y su país dividido políticamente tras descubrir que allí Saddam Hussein no construía ni guardaba armas de destrucción masiva.
Ayer la tensión militar, religiosa y étnica en Irak aumentó con el llamado del "Gran Ayatola Ali Hussein Sistani " a la comunidad chií para que tome las armas y apoye a las tropas gubernamentales en la defensa contra "el terrorismo". Su liderazgo reclutó en horas a miles de personas para defender Bagdad y los enclaves sagrados chiíes de Karbala y Najaf. Al pedido, los fieles respondieron: "¡así se hará…".
La incubación del levantamiento suní revela la incapacidad del primer ministro Nouri Al Maliki, y su gabinete, de constituir un gobierno de integración. Los chiíes son el 60 % de la población, y el 40 % restante lo representan los suníes.
Dijo Obama: "Cualquier acción que podamos adoptar (...) debe ir acompañada de un esfuerzo sincero y serio, por parte de los líderes iraquíes, para aplacar las diferencias sectarias, promover la estabilidad y responder a los intereses legítimos de todas las comunidades de Irak (...) Nosotros no podemos hacerlo por ellos".
Para Obama resulta bastante difícil y contradictorio quebrar su voluntad de no interferir más en la región. Ha querido marcharse de Afganistán recientemente y cuando sus tropas salieron de Irak calificó al país de "soberano, estable y capaz de valerse por sí solo". Pero ahora, en esta nueva batalla de las tribus iraquíes islámicas, alentada por focos rebeldes suníes desde Siria, ante el apoyo potencial de Irán al gobierno de Bagdad, y viendo amenazados los intereses de E. U. en el área, Obama trastabilla y considera algún apoyo aéreo, con drones o pilotado.
"Queremos asegurarnos de que hemos reunido toda la inteligencia necesaria -sentenció Obama- para que si acabo ordenando acciones estas tengan objetivos definidos, sean precisas y tengan un efecto".
La crisis actual de Irak inquieta a las potencias occidentales ante el riesgo de una mayor inestabilidad en Oriente Medio y el mundo islámico, con sus matices y conflictos. Los suníes de las milicias que están sitiando Bagdad son del talante más fundamentalista. Ya implantaron la prohibición de drogas, alcohol y tabaco y emitieron un edicto que obliga a las mujeres a cubrirse y ocultar toda forma del cuerpo.
La avanzada suní, y su consolidación, significaría regresar a la división política y religiosa más radical de Irak. Mientras tanto, las bombas y las balas cobran la vida de cientos de civiles indefensos, en medio de un gobierno excluyente y una milicia que se proclama restauradora de "la gloria del califato islámico". Una suma de extremismos siempre tan desastrosa.
LA AMBIGÜEDAD DE OCCIDENTE DEBE CESAR FRENTE A ESTA TRAGEDIA
Por JULIÁN ARTURO ZAPATA FELICIANO
Imam del Centro Cultural Islámico de Colombia
Las potencias de Occidente (en especial Estados Unidos) y El Vaticano, tienen grandes intereses económicos, políticos y religiosos en juego en medio de la batalla entre chiíes (con Irán a la cabeza) y suníes (con Arabia Saudita a la cabeza). Estos últimos promueven la visión más radical del islam en Asia y África, pero en América y Europa se presentan tolerantes y ecuménicos. Aquí se integran y allá persiguen a los cristianos más antiguos y los desplazan y destruyen sus templos.
El petróleo de Arabia, su poder en la banca y el comercio mundial, ponen en jaque a E. U. Pero al tiempo, E. U. sabe que si no ayuda al gobierno iraquí, entonces lo hará Irán, con sus grandes intereses en la región. Porque, igual, Irak tiene la cuarta reserva petrolera del planeta.
Occidente, con su posición ambigua, no tiene una política clara frente a los conflictos del mundo islámico y por eso prosperan los yihadistas más radicales, sin capacidad de fomentar gobiernos estables y aperturistas (son el fundamentalismo). Pero tampoco se decide por Irán, con quien guarda profundas diferencias políticas y económicas.
En medio de estos dilemas prosperan las matanzas, el sacrificio de otras comunidades religiosas y el fanatismo. No hay primavera árabe, más bien, sí, una primavera del terror.