Los gatos nacen y quedan pensionados. Los presidentes terminan su gestión y, como los gatos, se jubilan de inmediato. Si todo termina bien, el presidente Uribe ingresará a la cofradía de quienes practicamos la liberadora religión del ocio a partir del 8 de agosto del 2010. Como nadie se prepara, ni lo preparan, para vivir a paso de ganso, como todo jubilado, cumplo con la obra de misericordia de darle cartilla al ilustre paisano trabajadicto.
Aconsejar a uno es aconsejar a todos los que vienen empujando (o los empujan sus empresas para que desocupen):
Recuerde que al pensionado le toca demostrar cada tres meses que existe, que no desapareció en un falso ni en un verdadero positivo. Eso se llama hacer supervivencia. Si no hace supervivencia, usted no existe, y, por tanto, no le pagan. Simple.
En el caso del presidente Uribe es hora de cambiar de ideólogos: no más j oseobdulios ni fabioecheverris . Los puede remplazar por Don Fulgencio, el hombre que no tuvo infancia, o por Olafo, el Amargado, siempre en plan de garrotera. Dicho de otra forma: es hora de ponerse serios y empezar a leer el periódico al derecho, por las tiras cómicas. Y el crucigrama.
Alejado del poder, ya no necesitará ser importante. Eso aligera en un 99% la carga de estrés que tanto preocupa a Nos Pedro Cardenal Rubiano.
Si bien envejecer es cambiar de médico, procure conservar a la doctora Elsa Lucía Londoño, su jíbara de yerbas? medicinales.
No hay necesidad de retirarse del trago o de otros pecados, capitales o no: ellos se van retirando de nosotros. Llega un momento en que nos volvemos juiciosos no por virtud, sino por sustracción de materia.
Aproveche para leer ese libro que le coquetea desde el silencio de la biblioteca. Si no ha pasado de los primeros diez semestres de Cien años de Soledad , es hora de desatrasarse.
Para preservar la paz conyugal, recuerde que los maridos debemos quedarnos en casa, en el bar, o jugando billar cuando ellas se van de compras. Las mujeres "suelen comprar cosas necesarias que no necesitan?" desde la óptica masculina, claro.
Siga la sugerencia de su mujer, hijos y nueras y métase a un gimnasio de esos que prometen dotarlo de una figura a lo Rambo.
No eche piropos. Las viejas le pueden dar un carterazo. Mínimo, lo gradúan de viejito verde, ese sujeto anómalo que se quedó sin el pan y sin el queso del sexo.
El Congreso aprobó una ley de beneficios para mayores de 62 años. Sugiera reglamentarla e introducir un "articulito" para hacerlos extensivos a todos los ex presidentes. Datos adicionales con el representante Omar Flórez Vélez.
Pensionarse es jalarle a la humildad a la brava. Con "terror" irá constatando que el mundo, el país, el municipio, la oficina, siguen funcionando aunque uno ya no esté al mando.
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