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La fiesta universal del fútbol

Aunque una minoría acuse malestar por la ruidosa tribuna mediática del fútbol, la mayoría del planeta se alegra con el Mundial de Brasil, la nueva cita de los mejores de este deporte. Rueda la bola.

  • ILUSTRACIÓN EMER´S
    ILUSTRACIÓN EMER´S
11 de junio de 2014
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Aunque el ritmo de samba del Mundial Brasil 2014 suena en medio de las movilizaciones y protestas populares de Río de Janeiro y Sao Paulo, cargadas de malestar ante el gasto opulento en la infraestructura del torneo, el amor planetario por este deporte brilla como siempre, en especial en la casa de quienes son la potencia indiscutida del fútbol.

Hoy se da el pitazo inicial en ese fabuloso coliseo llamado Arena Corinthians. Allí Brasil, el pentacampeón orbital, saldrá a defender su localía y su favoritismo ante la selección de Croacia, mientras que el planeta fútbol da la bienvenida a 32 días de emoción y competencia al más alto nivel.

Afuera, en las calles, el contraste lo constituye un espacio público copado de manifestantes que critican los gastos onerosos en la remodelación de las 12 sedes del torneo (US$3.700 millones) y la inversión en seguridad y turismo (US$63.000 millones), que lo convierten en el más costoso de la historia. Ello, en un país que este año apenas crecerá el 1,44 por ciento y en el que las clases medias y bajas sufren los rigores de una economía en recesión.

Pero al margen de las controversias, siempre presentes en eventos de tal categoría, en particular en países con problemas de desigualdad en los que estas megacifras ofenden a los más pobres, el Mundial trae consigo la alegría de su fiesta tan enriquecida por la diversidad cultural de una confluencia multinacional e interracial apenas propia de eventos orbitales.

No podemos dejar de ver la paja en el ojo de la población brasileña insatisfecha, pero también apreciamos la viga de pasiones que desde hoy atraviesa la mirada de miles de asistentes a los estadios y de millones de telespectadores atentos a la actuación de sus selecciones y deportistas preferidos.

Los kilates de las figuras reunidas, cada una de ellas símbolo de tan disímiles representaciones y valores sociológicos y atléticos, le dan el peso y el atractivo a un ritual sin duda intenso y emocionante.

¿Acaso no se antoja un deleite ver en esta primera fase mundialista a España, el campeón titular, contra Holanda, el eterno y elegante subcampeón? ¿O qué decir de dos supertrenes como Inglaterra e Italia chocando en medio del mar de selva de Manaos? ¿Y cómo cerrar las glándulas salivales con un partidazo como Alemania-Portugal, en el calor de Bahía, a orillas del Atlántico?

Es imposible sustraerse a este deporte que viaja bajo la carpa millonaria de la FIFA y que entre intelectuales y literatos ha alimentado frases líricas y cáusticas, de amores desmedidos y de desprecios radicales por aquel circo de alienaciones y absurdos febriles. Dijo Albert Camus que el fútbol le enseñó todo lo que sabía sobre la vida y los hombres, pero lo desdeñó Jorge Luis Borges al asegurar que es "Un deporte estéticamente feo: once jugadores contra once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos".

Bellos o no -cada quien que los silbe como quiera-, a partir de hoy en casi todos los rincones del planeta habrá un televisor encendido, habrá un puñado de hinchas, habrá una cofradía expectante, para asistir a uno de los espectáculos de masas más imbatibles que ha conocido la humanidad.

Solo deseamos que más allá de su danza de piernas y billetes, Brasil 2014 sea una oportunidad para fomentar la tolerancia, para enseñar el juego limpio, para elevar el espíritu deportivo y, por supuesto, para hacernos soñar con que Colombia salga bien librada y feliz de una competencia para la que esta vez sí consiguió una meritoria tarjeta de invitación.
Contraposición

HAY DESPROPORCIÓN MEDIÁTICA, COMERCIAL Y ECONÓMICA, PERO MUNDIAL ES MUNDIAL

Por EMILIANO SIERRA COIMAT
Exdirectivo Liga Antioqueña de Ciclismo y Federación Colombiana de Ciclismo


Junto con los Juegos Olímpicos, es el evento deportivo más importante del mundo, gústenos o no. Los amantes de otros deportes, en mi caso del ciclismo, no podemos desconocer que hablamos del deporte masivo por excelencia en la mayor parte de los países del planeta.


Y debemos entender que este Mundial se celebra en Brasil donde el fútbol es casi una religión. Es paradójico, pero fueron mucho más amplias las protestas de hace un año contra el mundial más costoso de la historia, que ahora que empieza el torneo. Si Brasil gana hoy y sigue camino a disputar el torneo, esas protestas casi que pasarán al olvido, no obstante que sea un equipo limitado frente al Brasil de otros mundiales. La FIFA quiere crecer sus intereses y Brasil es el escenario perfecto. Ellos proponían ocho sedes, la FIFA definió 12.


Esta masividad, asociada a un espectáculo millonario, también explica la penetración que tiene el fútbol en todas las culturas y sociedades.


Pero eso mismo ocasiona tal desproporción en la cobertura mediática y en la importancia que se le otorga. Y ello, precisamente, genera otros desequilibrios en materia de deporte profesional. Nada que ver entre lo que ganan los ciclistas y los futbolistas, por ejemplo. Pero, para la FIFA, el Mundial es un negocio millonario.

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