Oficiales estadounidenses y alemanes se reunieron ayer con parientes y víctimas de un ataque aéreo de la Otan en Kurduz, norte de Afganistán, en un intento por calmar la indignación creada por un incidente que mina el esfuerzo de la alianza por ganarse al pueblo afgano.
Las autoridades afganas dicen que decenas de personas murieron, muchas de ellas civiles, cuando un avión de combate estadounidense F-15 llamado por las tropas alemanas atacó el viernes dos camiones cisterna con combustible que habían sido secuestrados por rebeldes talibanes. Primero se informó que habían muerto 90 personas, pero no se ha confirmado esta cifra.
El incidente se produjo dos meses después de que el nuevo comandante de E.U. y de la alianza, el general Stanley McChrystal, ordenara nuevos procedimientos para proteger a civiles antes de que las tropas disparen.
En un discurso sin precedentes transmitido por televisión, McChrystal dijo que el ataque fue lanzando en contra de lo que las tropas pensaban era un blanco talibán y prometió divulgar el resultado de la investigación.
El Ejército alemán confirmó que uno de sus comandantes aprobó el ataque. Esto podría avivar el debate sobre la guerra, impopular en Alemania, tres semanas antes de sus elecciones generales.
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