El invierno hizo una tregua este sábado en Bogotá y los aficionados, con tarde soleada, disfrutaron del encuentro entre colombianos y uruguayos. A las 5:00 de la tarde la mancha amarilla ya se hacía sentir en las tribunas del estadio El Campín, donde la gente disfrutaba con la música tropical y vallenata, y con las imágenes del juego de Ecuador y Bolivia.
Desde temprano los bogotanos, vestidos con la camiseta de Colombia, se paseaban por la ciudad mientras de las ventanas de algunos apartamentos el tricolor se ondeaba al son de la brisa capitalina.
La fiebre de Selección aumentó a medida que pasaba el día y alcanzó un punto alto cuando el bus que transportaba el equipo que dirige Jorge Luis Pinto hizo su ingreso al estadio por la carrera 30. Con banderas y voces de ánimo los hinchas saludaron a los jugadores que, a su vez, se notaban tranquilos a través de las ventanillas.
El empate previo entre Argentina y Paraguay generó más entusiasmo, pues un triunfo colombiano dejaría a Colombia en la segunda casilla y a un punto del líder.
Y es que Uruguay , que en las últimas eliminatorias dejó al margen a los cafeteros del Mundial, es mirado como un rival directo y cada vez que está al frente el duelo se torna en una revancha.
Cheché Hernández, el asistente de Pinto, saludó con agrado el clima previo al compromiso y manifestó que las condiciones de la cancha, luego de una semana mojada en Llanogrande, “le da más tranquilidad y seguridad a los muchachos”.
El desfile de personalidades por los pasillos de El Campín, como suele suceder en esta clase de compromisos, fue otro ingrediente para la fiesta sabatina que alcanzó su mayor expresión cuando el conjunto tricolor saltó al terreno de juego para el calentamiento previo al compromiso.
El orden de la gente, los dispositivos de seguridad y el montaje por parte de la Federación resultó efectivo en la que los bogotanos ya se acreditan como la “Casa de la Selección”, aunque Medellín sigue a la espera que la Federación cumpla su palabra de llevar el equipo al Atanasio el próximo año.
Si bien el escenario no alcanzó su tope de asistencia, los que respondieron la cita fueron suficientes para animar al conjunto nacional que llegó con el rótulo de único invicto.
“Colombia, Colombia…”, un solo grito se escuchó cuando los arqueros Agustín Julio y Róbinson Zapata salieron a calentar.