Los ciudadanos perdieron la paciencia y la fe en el proyecto de una Unión Europea que apostó por combatir la crisis financiera con recortes al gasto público y a las prestaciones sociales, tras poner su confianza en gobiernos tecnócratas y políticos de corte socialista que no llenaron las expectativas.
El denominado euroescepticismo se ve reflejado en las encuestas de los últimos dos meses, que respaldan lo que dio a conocer ya el Parlamento Europeo en su sondeo de opinión denominado Eurobarómetro, según el cual un 57 por ciento de los europeos dice no confiar en la UE, frente a un 33 por ciento que sí lo hace.
Las cifras, que reflejan lo expresado por los europeos a finales de 2012, contrastan con la percepción que de la Unión existía antes de la crisis: 50 por ciento de apoyo y menos del 40 de percepción negativa. En algunos de los países más golpeados por la crisis y que más medidas de austeridad han debido implementar, la desaprobación alcanza porcentajes muy elevados.
En Grecia, por ejemplo, llega al 81 por ciento, mientras que en España aparece con un 72 por ciento. Lo paradójico es que en toda Europa ambas naciones puntearon siempre el listado de las que más respaldaban la idea de un colectivo europeo, en parte por la falta de previsión de los gobernantes.
"La crisis empezó en España en 2008, y entre ese año y 2010 digamos que ni las instituciones ni los gobiernos ni los partidos fueron conscientes de la gravedad de la situación financiera del país, por lo que la primera gran oleada llegó en 2010", dijo a El Colombiano Juanjo San Miguel, portavoz de la española Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSI-F).
Las cifras divulgadas por el centro de investigaciones estadounidense Pew no se diferencian mucho de las aportadas por el Parlamento Europeo. Tras adelantar un sondeo en ocho países del bloque, Pew concluyó que el apoyo al proyecto europeo ha caído hasta el 45 por ciento, un descalabro de 15 puntos sólo en el último año.
De mal en peor
"Europa está en muy mal estado, el peor de su historia", opinó el líder de los socialistas españoles en la Eurocámara, Juan Fernando López, que atribuyó la situación a la política económica impulsada desde Bruselas.
En declaraciones a Efe, López alertó sobre el riesgo de "autodestrucción de la UE" y el desplome de "las fuerzas políticas que históricamente han construido Europa" en detrimento de "xenófobos y nacionalistas".
Y es que la presión de nuevos partidos de corte crítico con la UE y posturas extremistas, como el xenófóbo Sweeden Democrats, que promueve políticas antiinmigración en un país reconocido por su apertura hacia la pluralidad, así como el Ukip británico y los neonazis de Amanecer Dorado en Grecia.
"Durante un tiempo se veía como una enfermedad británica, pero el euroescepticismo se ha extendido por el continente como un virus", señala un análisis publicado esta semana por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Bruselas es señalada como la causante de un importante déficit democrático por parte de miles de ciudadanos que opinan que ésta impone sus políticas de austeridad. Por ahora, algunos se aventuraron ofrecer sus propias recetas.
"La primera medida debería ser reformar la administración del Estado, y sobre todo los políticos, pues hay muchos cargos políticos y autonomías. Deberían aplicarse las tijeras ellos mismos" aseguró a este diario el maestro público español Felipe Perezcastilla n
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