El concepto de "mundo del trabajo" ha evolucionado a la par con las organizaciones sociales, debido a que anteriormente éste se asociaba a la manufactura artesanal y mecánica.
En contexto tenemos dos instancias ligadas. Por un lado el mundo del trabajo que ejerce actividades económicas produce bienes o presta servicios, aplica tecnologías y demanda perfiles por medio del empleo.
De otro lado, tenemos el mundo de la formación para el trabajo, donde se desarrollan habilidades, se adquieren conocimientos y refuerzan actitudes necesarias para desempeñar una profesión, ofertando perfiles al mundo del trabajo.
A nivel mundial los sistemas educativos se dividen en tres fases: educación primaria, secundaria y terciaria (técnica, tecnológica, universitaria y postgrados). En los países desarrollados, el proceso tiene la siguiente lógica: educación secundaria, formación técnica, tecnológica, universitaria y posgraduada.
En nuestro medio, al terminar el bachillerato el salto lógico es la universidad pública, ya que la mayoría no tiene las posibilidades de acceder a la privada, desconociendo que existen otras vías para ir a la formación postsecundaria y tener salidas parciales al mundo del trabajo, continuando con los demás ciclos.
Las cifras de matrículas por modalidades de la Unesco, muestran que en países en vía de desarrollo, de 100 estudiantes que terminan bachillerato, 76 ingresan a la universidad y 20 van a educación técnica o tecnológica. Pero en países desarrollados estas cifras son opuestas: 76 se matriculan en la técnica y tecnológica y 18 en la universidad.
En los países desarrollados el sistema permite mantener una pirámide casi perfecta cuando compaginamos el mundo del trabajo y el de la formación. Lo cual no ocurre en nuestro medio, donde según cifras del Ministerio de Educación, vemos que en la base de la pirámide no existe problema, ya que se necesitan oficios no calificados, suplidos con personas que tienen formación primaria, pero en el siguiente nivel de oficios calificados (formación técnica), solo se cubre el 12,1 por ciento de la demanda. En el escalón de mandos medios (formación tecnológica) se cubre el 13,6 por ciento, y en el universitario se satisface un 70,1 por ciento, encontrándose una sobreoferta en algunas profesiones. En la cúspide de la pirámide aparece otro problema: la oferta de profesionales con maestría o doctorado es de 4,3 por ciento y estos son los encargados de la investigación, de identificar nuestros problemas y darles solución.
En conclusión, debe mirarse el sistema educativo como un todo con unas fases integradas y un objetivo común. Se debe divulgar la educación técnica y tecnológica como alternativa sin el estigma de formación de segunda categoría, ya que es la base del desarrollo de las personas y los países.
El mundo del trabajo y el de la formación son dos caras de la misma moneda y deben hablar el mismo lenguaje: el de la formación para el trabajo (interprétese para la vida) y el desarrollo humano.
*Rector Cesde
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