Para muchos papás, profes y directivos el Decreto 230 es como esos dolores de cabeza que no se quitan tan fácil con una simple pastilla.
Afirman que esa norma que rige el sistema de evaluación y promoción de los alumnos del país, debe ser transformada.
El Ministerio de Educación escuchó sus quejas, que se acrecentaron durante la construcción del Plan Decenal, y determinó que este 2008 sería el año de la evaluación en Colombia.
Habrá diferentes espacios de expresión para culminar con la expedición de una nueva directriz.
Este diario también abrió sus canales de comunicación para que los lectores contaran qué piensan del 230, que tiene tres puntos controversiales: informes de evaluación cualitativos con escala de letras, la necesidad de garantizar un mínimo de promoción del 95 por ciento y las recuperaciones.
Lo bueno
Algunos piensan que es un decreto "incomprendido", que tiene cosas buenas: que es una herramienta evaluativa y pedagógica pertinente y que gracias a él se le da más importancia al saber hacer o a las competencias.
Yonis Morales, rector de la Institución Yarumito, de Barbosa, cree en él. Héctor Olarte, directivo también de ese municipio, manifiesta que es valioso "en el contexto de la nueva pedagogía, donde el maestro es un facilitador, mediador y motivador".
El docente Humberto Gómez expresa que "hay muchos educadores tradicionalistas que no han logrado asimilar sus potencialidades".
Sin dejar de reconocer que ha generado "irresponsabilidad", el rector de la Pedro Estrada, Gabriel Medina, asegura que hay papás que solo se preocupan por preguntar si el hijo "ganó o perdió, pero no saben interpretar el informe descriptivo".
Y para Ana Judith Quiroz, licenciada en idiomas; y Sara Echeverri, profe del Lord College, tiene más fortalezas que debilidades. "Los números no minimizarán la crisis social que venimos afrontando, en cambio los conceptos sí pueden ayudar , siempre y cuando de amplíe el margen del 5 por ciento y se mejore la calidad docente", dice Ana.
Lo malo y muy feo
Siete de las opiniones que recibimos a través del correo tienen palabras y frases en común: fomento de la mediocridad, alcahuetería, desastre, sistema permisivo y premio al menor esfuerzo.
Entre quienes escribieron hay papás como Luz María Restrepo, que comenta que "los refuerzos implican más trabajo para los profesores que deben dedicarle tiempo, una y otra vez, a un joven que ni siquiera tendrá interés en aprobar".
A Elkin Trujillo, docente de la Institución Sol de Oriente, le inquieta que los jóvenes ingresen a las U. "menos preparados, inmaduros e irresponsables, porque fueron promovidos sin presentar argumentos convincentes para merecerlo".
Es poco exigente, según Diana Velásquez, del Colegio La Anunciación; y Miriam Correa, rectora de la Institución Antonio José de Sucre.
Como ellos saben que al final solo pierde el año un 5 por ciento del total de los matriculados, anota Dora Ospina, docente desde el 79, "¿para qué los educadores se matan durante todo un año en buscar excelencia académica, si no hay con quién?".
En esa misma línea, la economista Alba Rúa, piensa que no es justo que al final, con presentar una recuperación, pasen al curso siguiente "junto con los que se quemaron las pestañas todo el año".
Juan Carlos Montoya remata con esta frase: "El sistema de evaluación no dio los resultados esperados pues se convirtió en una forma facilista de negociar el conocimiento entre profesores y estudiantes".
A favor o en contra. Todavía tiene tiempo de ingresar www.plandecenal.edu.co, en donde encontrará un "abc" de la normatividad, foros virtuales y otras estrategias para entregar sus conceptos.
Lo importante es participar y proponer. Luego no se queje si el nuevo decreto también le produce un leve dolor de cabeza.
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