La crisis económica ha traído extraños fenómenos de ruina y austeridad, algunos sencillamente impensables, como por ejemplo en el campo de la industria cultural.
Hace un par de semanas un colega de esta redacción me compartió un cable, un despacho de la agencia de noticias EFE, que me dejó perplejo por la primicia que contenía: "Crisis económica impide a El Gran Combo encontrar compañía para grabar disco".
Me quedé con los Ojitos chinos ante tan tremenda malanueva salida de la Caja de sorpresas en que se ha convertido el desplome de Wall Street y su mercado de especulaciones y usura, amarrado a la banca gringa.
Es increíble, no solo por lo que implica esa noticia para tan suprema institución de la cultura afrocaribeña, sino por la grave amenaza que significa para los bailadores del hemisferio occidental que Rafael Ithier y sus "mulatos del sabor" deban suspendernos las dosis de Azuquita pa'l café con que han deleitado a más de cinco generaciones de salseros y rumberos de la malla y la raya.
Les voy a dar prueba de la magnitud que tiene esa información desafinada, que además agregaba: "Rafael Ithier dijo que desconoce cuándo grabarán una nueva producción porque no hay una compañía que los represente, a pesar de tener una carrera de más de 46 años".
En noviembre pasado, de visita en Bogotá y en un sitio emblemático de la rumba afrocaribeña, Salomé Pagana, me permití hacer el siguiente ejercicio con el propietario del bar, el musicólogo César Pagano: "mira, Carlos -me dijo-, observa la pista, está sola o salen un par de parejas a bailar, aunque el local está lleno. La fórmula para poblar la pista es sencilla: voy a pedirle al disc jockey que ponga a El Gran Combo... ¡Viste, son infalibles!". Así ocurrió siempre que sonaron aquellos mulatos durante la velada.
Y ahora nos enteramos de que la compañía Sony los mandó pa'fuera, pa'la calle después de grabar su último disco, Arroz con habichuela, en 2007. Desde entonces, y en palabras del mismo Ithier, debido a los problemas económicos que atraviesan las compañías de discos, no han encontrado ninguna que los financie.
Podrán decirme que he desperdiciado esta columna o que estoy tocando asuntos triviales, pero si El Gran Combo no encuentra quién le grabe un disco, entonces esta depresión financiera, sin que sea necesario consultar a un Nobel de Economía, es verdaderamente profunda y aciaga, igual que una noche de viernes sin baile y sin las coplas de la orquesta deliciosa y universal del maestro Ithier.
Entiendan, lectores, que esta no es más que otra manera, menos académica y especializada, de expresar la gran preocupación que nos asiste ante el descalabro del capitalismo yuppie, que todo lo volvió plástico y harina. Un desplome que incluso ha tocado a una orquesta tan ajena al "rock y a la ensaladita light".
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