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Generación | PUBLICADO EL 02 mayo 2025

A Enrique Bunbury le queda mucho por cantar, tiene Cuentas pendientes

El aragonés presentó un nuevo disco en el que vuelve una vez más a la música de la raíz latinoamericana. Se presentará el 5 de julio en La Macarena.

  • Enrique Bunbury presentó su disco Cuentas pendientes. FOTO Cortesía Jose Girl
    Enrique Bunbury presentó su disco Cuentas pendientes. FOTO Cortesía Jose Girl
  • Enrique Bunbury presentó su disco Cuentas pendientes. FOTO Cortesía Jose Girl
    Enrique Bunbury presentó su disco Cuentas pendientes. FOTO Cortesía Jose Girl

El arte es un desdoblamiento del inconsciente, es decir –como contemplaba Freu–: el arte permite ver de manera más transparente los temores, los sueños, los traumas, los deseos, porque es una manera del lenguaje. Escribió Roberto Calasso en El libro de todos los libros (Anagrama, 2024): “Antes que ciencia, el psicoanálisis es autobiografía”. Doy vueltas: el arte siempre es una autobiografía. Lo pensé mientras escuchaba el último disco de Enrique Bunbury –santo al que se reza en estas páginas que firmo–, que ya toca los 57 años y ha hecho más o menos lo que ha querido, primero con Héroes del Silencio y hace treinta años como solista.

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Bunbury salda cuentas –una vez más a ritmos latinoamericanos: chacareras, vals, zambas, rancheras de pura guitarra– con su nuevo disco Cuentas pendientes, que lanzó hace una semana. Escribe cosas así: “Nada me ha regalado la suerte / Lo perdido quedó en el olvido / Un fugitivo de cuerpo presente / Desde aquí hasta la eternidad / Tengo algunas cuentas pendientes / Un verso, un puente y un estribillo / Escribiré canciones urgentes / antes de cerrar el último bar”. Algo de todo esto suena a despedida. Si el Bunbury del Palosanto (2013) estaba sintonizado con la indignación juvenil que sacudía al mundo desde Estados Unidos hasta Oriente Medio, el de doce años después recapitula, se abraza el amor y promete los últimos años de atrincheramiento en el arte, quizá la última bandera.

Otros versos de otras canciones: “Un nuevo amanecer / Esperanza o ambición / Quizás identifiqué juventud con desesperación / (...) / Para llegar hasta aquí / Mil partidas perdí / a veces hasta la calma / Resulta un tanto movida...”. Y más: “Todo lo que aprendí de ti / Aunque quise resistirme / Me levante / Volví a caer y tu mano estaba ahí”. Parece que Bunbury ha leído a Elizabeth Bishop y ese verso salvaje: “El arte de perder se domina fácilmente; / tantas cosas parecen decididas a extraviarse / que su pérdida no es ningún desastre”.

Antes del lanzamiento de Cuentas pendientes, del equipo de aragonés –a quien veremos en sus sendos conciertos en Colombia (Bogotá 28 de junio, Medellín 5 de julio)– nos invitaron a enviarle unas preguntas por correo electrónico tras una escucha exclusiva del disco.

“Es cierto que con anterioridad me había acercado a la música de raíz y al folklore hispano y latinoamericano. En algunas de las canciones de los discos con el Huracán Ambulante (Pequeño, Flamingos y El Viaje a Ninguna Parte) y como bien dices en Licenciado Cantinas, con los Santos Inocentes. En esos discos mi visión siempre era la de realizar esa mirada desde la perspectiva de una banda de rock. En esta ocasión he contado con músicos expertos en la materia, maestros que provienen y conocen los ritmos y armonías con los que hemos construido un álbum en el que la profundidad en la investigación, considero, ha sido mayor. Los arreglos, instrumentación y producción se han enfocado en un sonido orgánico, basado en la guitarra española, el piano, el contrabajo y la percusión, con arreglos posteriores buscando otros matices”

“Sí, he contado con Jorge Rebenaque en el piano y el Hammond y con Ramón Gacías, que ha tocado la batería y es coproductor del disco. Para la percusión contamos con Johnny Molina que es un músico brutal, con una precisión y sensibilidad que me ha deslumbrado. Luri se encargó del contrabajo; él proviene del latín jazz y se ha forjado en los clubs y los jams de las noches chilangas. Y el maestro chileno de la guitarra Sebastián Aracena, cuyo virtuosismo es de otro planeta”

“Ha sido una coproducción entre Ramón Gacías y yo. Ramón me ha acompañado en todos mis discos solistas, a excepción de Greta Garbo, como batería y siempre como mano derecha en las producciones. Es el segundo disco que grabo en el Desierto de los Leones, un lugar mágico a las afueras de la ciudad de México; un oasis para los músicos en busca de inspiración, concentración y capacidad técnica. Además, Dani y Gaby que son los dueños del estudio son dos maravillas de personas, siempre atentos y dispuestos para hacer de la grabación una experiencia única. Me encanta el Desierto”.

“Son cuatro pequeñas historias que empiezan y acaban en la misma cantina, donde estamos interpretando las canciones de Cuentas pendientes. Están protagonizadas por cuatro personajes (uno en realidad, lo protagoniza una pareja) con historias muy diferentes. Es un collage de historias humanas de una ciudad cualquiera, aunque lo rodamos en México, podría ser una cantina colombiana o venezolana”.

Daniel Rivera Marín

Editor General Multimedia de EL COLOMBIANO.

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