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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Botero es una de las obras del año de danza contemporánea. El Ballet Metropolitano lo presenta junto a la obra Gabo, y se convierte en Gabotero. Foto: cortesía
    Botero es una de las obras del año de danza contemporánea. El Ballet Metropolitano lo presenta junto a la obra Gabo, y se convierte en Gabotero. Foto: cortesía
  • Botero es una de las obras del año de danza contemporánea. El Ballet Metropolitano lo presenta junto a la obra Gabo, y se convierte en Gabotero. Foto: cortesía
    Botero es una de las obras del año de danza contemporánea. El Ballet Metropolitano lo presenta junto a la obra Gabo, y se convierte en Gabotero. Foto: cortesía
Edición del mes | PUBLICADO EL 04 diciembre 2022

Las 22 obras de artes escénicas: lo que más brilló sobre las tablas en 2022

Los creadores que se dedican al teatro y la danza en la ciudad llenan el calendario cultural del año en el Valle de Aburrá, pero el público a veces les queda en deuda.

María Antonia Giraldo

El teatro es “sitio de encuentro para la expresión de las artes escénicas, un lugar para pensar en el otro, descubrir verdades, imaginar universos y sumergirse por travesías inesperadas”, dice Catalina Piedrahita, bailarina y gestora cultural. También es un punto de encuentro para distintos públicos: “El grupo de amigos que vienen por primera vez, el que compra sus abonos con un año de antelación, la pareja que está de aniversario y aquel seguidor del artista que no se pierde ni un solo concierto”.

Eso abre un terreno fértil para quienes quieren expresarse a través de las artes escénicas, aunque tienen que batallar contra prejuicios repelentes como la idea de que lo que se presenta en los teatros pertenece únicamente a la alta cultura o que es costoso, también hace falta convertirlo en un hábito o un gasto fijo en el presupuesto personal, ojalá no el más pequeño o el que primero se sacrifica.

Este año, las artes escénicas locales proveyeron experiencias nuevas y conmovedoras, piezas pensadas que costaron años de trabajo y formación y que, en ocasiones, por falta de recursos y escenarios, solo se pudieron unas pocas funciones. Resalta Piedrahita, “una explosión de escenas conmovedoras y desgarradoras, compuestas por un discurso coherente, con lucha y minucia, bajo las realidades sociales y políticas por las que estamos viviendo”.

Una consecuencia de lograr convertir la visita al teatro en un hábito de consumo sería la formación del público, no solo como asistentes sino como críticos de las piezas, con elementos para aplaudirlas con mayor criterio y resaltar sus faltas, cuando sea necesario. Por lo pronto, estas son las obras que se llevan los aplausos según nuestros espectadores invitados: además de Piedrahita, Sergio Restrepo, director del Festival Comfama San Ignacio; Iván Zapata, director del Teatro Popular de Medellín; Camilo Baena, actor; Jesús Eduardo Domínguez, actor y dramarturgo, y Yacqueline Salazar, directora artística del teatro Porfirio Barba Jacob.

Los festivales, puntos de encuentro

Camilo Baena, de Pantolocos, resaltó eventos que visibilizaron varias propuestas locales y dejaron ver piezas internacionales imperdibles.

Festival San Ignacio: este año, en alianza con el Festival Internacional de Teatro de Manizales, proyectó obras de alta calidad, que hicieron honor a su búsqueda de la diversidad.

La Congregación en la Semana de la Juventud: muestra de que las juventudes están queriendo formarse y consolidar su identidad desde una conciencia política, de clases y con preguntas por la organización social.

Baubo Fest: desde el ejercicio independiente, tenía discurso, curaduría y proceso de formación con enfoque de género, habilitando para las mujeres un espacio en el que su comicidad y su placer fueron el móvil de la programación.

María Antonia Giraldo Rojas

Periodista cultural del área de Tendencias de EL COLOMBIANO.

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