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Herederos de prontuarios que tienen su curul en el Congreso

Cerca de 20 parlamentarios representan, en cuerpo ajeno, a políticos cuestionados. Se trata de familiares y aliados vinculados con corrupción o estructuras criminales.

  • FOTO COLPRENSA
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13 de marzo de 2018
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La nueva composición del Congreso de la República tras las votaciones del domingo, puede que tenga de todo más que de nueva. Además de las maquinarias y los repitentes de siempre, que ponen un número significativo de parlamentarios, se suma la preocupación de cada cuatro años por el grupo de políticos quienes han llegado a su curul gracias a las herencias electorales de familiares y aliados con serios problemas con la justicia.

Poco antes de los comicios, resaltaba Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral, MOE, que este fenómeno “es muy malo para la democracia y eso consolida sistemas de corrupción. No es que sean corruptos por sí mismos, pero el público entiende al Congreso como un negocio familiar y privado, y no como un servicio público”.

Existen casos que desde el principio han llamado la atención por el interés mediático, como el de Richard Aguilar, el hijo del condenado parapolítico Hugo Aguilar, quien llegó a la Gobernación de Santander, en su primer intento, gracias a las maquinarias de su padre e hizo lo mismo en su primer intento para el Senado.

Si bien hay quienes sustentan que existe un divorcio entre ambos, también se puede enumerar que su paso por la Gobernación dejó serias denuncias de corrupción, como la utilización de 45 mil millones de pesos de regalías para la construcción de un parque que no es de uso público.

Existen otros delfines de la parapolítica con menos ruidos, como Nadya Blel, senadora conservadora, quien es hija de Vicente Blel, un poderoso político cartagenero condenado por haber pactado con las Autodefensas en Bolívar.

Como esta, también hay otros herederos de sangre cuya familia está en el ojo del huracán y aún así consiguieron su elección, como Jhony Besaile, hermano del senador Musa, señalado por parapolítica y por el cartel de la Toga y del gobernador de Córdoba, Edwin, a quien acusan de mover su campaña –algo ilegal– y lo culpan de saquear las arcas departamentales.

“El daño sobre la credibilidad de los partidos es bastante grande, porque no resuelven los problemas de los colombianos y acogen planes en algún punto conectado con la ilegalidad”, explica Jaime Alberto Carrión, politólogo y experto en temas electorales.

“Esa votación se sustenta en un voto de maquinarias y se nota que los partidos aún tienen cómo movilizar a la gente, en torno a un sufragio que no es informado”, agrega Sergio Guarín, de la Fundación Ideas para la Paz.

Los que no lo lograron

Así como es de importante identificar los que llegan en cuerpo ajeno al Congreso, también lo son las derrotas de varios que tenían toda la maquinaria con prontuario detrás y aún así no lo lograron.

La más grande sorpresa, sin duda, es la derrota de Arleth Casado al Senado en Córdoba, baronesa electoral y cabeza de la casa López Cabrales, un fortín del departamento. También aparecen en la misma región los herederos de Bernardo “Ñoño” Elías: Eduardo Tous de la Ossa y su hermano Julio Elías, quienes se “quemaron” para el Senado y la Cámara, respectivamente.

42
congresistas electos tienen algún nexo con la ilegalidad, dice Paz y Reconciliación.
60%
de los aspirantes con dudas lograron su curul.
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