EL COLOMBIANO invita a sus lectores a que respondan esta pregunta y que , además, nos cuenten qué tenemos que hacer como antioqueños para lograrlo. ¿Para qué? Para nuestra edición especial de aniversario, prevista para este 6 de febrero, un Director por un día invitado este año quiere que hagamos este ejercicio.
¿Cómo participar?
Envíenos como comentario en este artículo, en Facebook o Twitter (usando el hashtag #SoñemosAntioquia2030), o escribiendo al correo: interaccionec@elcolombiano.com.co una descripción vivencial, es decir, un texto corto, de lectura fácil e inspiradora, el cual sitúe al lector imaginariamente en el 2030, que narre los cambios que vivió Antioquia, y que explique los avances y las medidas que se tomaron para llegar allí. (La primera mitad de la descripción explica que se logró y la segunda cómo se logró).
Los textos que los lectores redacten serán evaluados por un grupo de editores para ser publicados junto a otras descripciones vivenciales de personajes y líderes destacados que soñaron una Antioquia para 2030.
Haga su contribución y soñemos todos juntos una Antioquia para 2030, así como lo hizo Ana María Delgado González, vicepresidente de asuntos corporativos de Corona, quien soñó a Antioquia como un lugar en el que el desarrollo va de la mano de la sostenibilidad ambiental:
“En 2017 parecía un sueño inalcanzable, pero ahora en el 2030 podemos ver que se ha logrado acabar con el falso paradigma de que el desarrollo económico e industrial son enemigos de la protección del medio ambiente.
El trabajo conjunto del sector público y privado lo han hecho posible y Antioquia es la región líder en el país de este nuevo modelo de desarrollo.
En el 2020 las industrias paisas se convirtieron una vez más en un referente mundial cuando innovaron en la forma de proteger el medio ambiente.
Las empresas del Valle de Aburrá, conscientes de que debían reducir su huella ecológica, decidieron transformar sus políticas de mitigación en políticas de prevención y adaptación al cambio climático.
Esto las llevó, de la mano de las corporaciones autónomas regionales y con respaldo de las demás entidades estatales, a construir un plan de apadrinamiento de las 14 cuencas hídricas del departamento de Antioquia.
Los nacederos y las rondas de los ríos fueron reforestados y se convirtieron en santuarios de protección de especies antes amenazadas por la urbanización y la deforestación incontroladas.
Este proyecto además consideró a la población campesina como eje central, por lo que se incluyeron dentro de la cadena productiva de diferentes maneras. Algunos se capacitaron para la conservación de la biodiversidad, otros para guiar a los turistas y cultivar productos orgánicos.
Así, lugares inaccesibles se convirtieron en referentes nacionales de ecoturismo y sostenibilidad; las tierras fértiles otrora explotadas para actividades ilegales ahora producen cacao, café y maderas finas cuyos precios en los mercados internacionales reconocen su excelente calidad.
Los empresarios jugaron en estos años un papel fundamental para que se diera el cambio. Lo que implicó grandes inversiones en capacitación y reducción de emisiones, proyectos de reciclaje y uso de medios alternativos como el tren.
Hace quince años nadie hubiera soñado con poder dar un paseo en barco o asolearse a las orillas del Río Medellín.
Nosotros, que hacemos parte de esta generación que vivió el cambio de visión y aprendió a relacionarse con el entorno de otra manera, vemos la riqueza que esto nos ha traído.
Antioquia aprendió a pensar global y actual local y eso sin duda está dando muchos frutos”.
*Extractos del texto completo que saldrá publicado el 6 de febrero para la edición de aniversario de Director por un día.
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