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Aunque todos los días el deporte se impone sobre los prejuicios raciales, pues las habilidades de los atletas pesan más que su raza, hechos como el ocurrido el pasado martes en el juego entre el París Saint-Germain y el Istanbul Basaksehir que tras su suspensión terminó ayer con un 5-1 a favor de los franceses, ponen en tela de juicio la efectividad de las campañas y las acciones para erradicar esta problemática en el fútbol.
Los casos son recurrentes, sus protagonistas mutan entre hinchas, jugadores y ahora árbitros y cuerpos técnicos. La idea se repite pero la actuación de los involucrados en contra de estas acciones pasó a tener un rol más activo.
En mayo de 2017, el colombiano Frank Fabra, jugador de Boca Juniors, fue víctima de insultos racistas por parte de la hinchada de Estudiantes de La Plata, club que oficiaba de local. El defensor colombiano se retiró llorando del escenario y compañeros de equipo como Fernando Gago, le recriminaron al juez central, Silvio Trucco no haber detenido el encuentro, acción que para el exárbitro Fifa Adrián Vélez, es la primera medida que se debe tomar cuando ocurren estos hechos.
“Cuando la afición está involucrada en estos actos, lo primero es suspender temporalmente el encuentro. El capitán del equipo local es quien media con la hinchada para evitar que se siga presentado la situación. Luego, se reportan los hechos en el informe arbitral”, explica Vélez.
En el hecho más reciente, los jugadores del PSG y el Istanbul se negaron a continuar con el encuentro luego de que el cuarto árbitro, el rumano Sebastian Coltescu, llamara “negro” a Pierre Webo, segundo entrenador del equipo turco. Para continuar con el juego de la última fecha de la fase de grupos de la Champions, ambos clubes pidieron el cambio del cuarteto arbitral. La Uefa accedió a la petición.
Esta medida, señala la psicóloga Fernanda Vasco, en la que los jugadores, sin importarles lo que pueda acarrearle a la organización del evento, es motivada en gran parte por el movimiento “Black lives matter” (Las vidas negras importan, por su traducción al español) que tiene sus cimientos en el rechazo a la represión de la Policía estadounidense sobre los afroamericanos.
“Es una expresión de rechazo motivada por este movimiento mundial. Los futbolistas, como otros deportistas, han tomado consciencia de que como figuras mediáticas, cualquier gesto en contra de estas acciones discriminatorias, siendo víctimas o no, tendrá eco en quienes los siguen y generará cambios en su conducta”, comenta, de ahí que ayer, en la reanudación del encuentro los 22 jugadores y los nuevos árbitros designados se hayan arrodillado en medio de los actos protocolarios, gesto que identifica a los simpatizantes de dicha lucha.
La normalización del discurso de racismo es otro factor que se debe revisar. El historiador de fútbol Guillermo Ruiz señala que esto depende del nivel afectivo y la connotación que se le dé, en este caso, a la palabra “negro” para referirse a otra persona.
“En nuestro fútbol hay un arraigo porque blancos y negros crecimos juntos, pero en países de Europa hay una separación manifiesta de razas, por eso el término ‘negro’ es ofensivo para algunos, pero para otros no”, afirma.
Aunque esto tiene sus matices, Vasco señala que si bien entiende que el sentido de las palabras cambia de acuerdo al contexto cultural, y la palabra negro puede ser cariñosa para alguien, no se puede “negar la existencia de un discurso con componentes racistas”, y con eso hay que tener cuidado, y no normalizarlo.
Desde el martes, cuando se presentó el hecho, la Uefa anunció una “investigación exhaustiva”.
La Comisión de Control, Ética y Disciplina, órgano disciplinario de la Uefa que se encarga de sancionar estas acciones, explica en el artículo 14 que la persona que “insulte la dignidad humana de una persona o grupo de personas por cualquier circunstancia, incluyendo el color de piel, raza, religión, origen étnico, género u orientación sexual, incurrirá en una suspensión de, al menos, diez partidos o un período específico de tiempo, u otra sanción apropiada”.
Adrián Vélez, por su parte, explica que el incidente puede acarrearle a Coltescu la pérdida de investidura como árbitro internacional para 2021. Esta decisión es tomada por la Federación de Fútbol de Rumania, a la cual pertenece.
La Fifa, por su parte, no se ha pronunciado sobre la situación que derivó en la suspensión temporal del encuentro.