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“Mi casa es realmente el taller”

El estudio de la artista plástica y multimedial, Ana Patricia Palacios, se parece a un laboratorio.

  • La artista Ana Patricia Palacios en su taller de Medellín, en noviembre de 2018.
    La artista Ana Patricia Palacios en su taller de Medellín, en noviembre de 2018.
  • Mapamundi, mixta sobre lienzo.
    Mapamundi, mixta sobre lienzo.
  • No-Lugar, dibujo y pintura sobre lienzo.
    No-Lugar, dibujo y pintura sobre lienzo.
  • Errantes, dibujo, impresión digital y tintas sobre papel. FOTO manuel saldarriaga y cortesía de la artista
    Errantes, dibujo, impresión digital y tintas sobre papel. FOTO manuel saldarriaga y cortesía de la artista
30 de noviembre de 2018
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Entre las herramientas que están en los entrepaños de su estudio, hay una escultura blanca de una niña que se tapa su rostro con el antebrazo. La pieza se llama La lleva y mientras ella juega al escondidijo, se presenta la metáfora de una llorona y de los chicos en el conflicto colombiano.

El estudio de Ana Patricia Palacios queda en un edificio cercano a la Avenida 70, entre la calle San Juan y el estadio Atanasio Girardot. Ella prefiere llamar a este lugar “su casa”, porque es donde su mente y su vida pasan la mayoría del tiempo.

“Sé que un artista puede tener todo su espacio físico en la cabeza, pero en mi caso es muy importante estar en el taller porque es muy conceptual, y lo uno va de la mano de lo otro”, explica, mientras muestra las piezas que ha hecho durante más de 30 años de experiencia artística.

En las paredes de su apartamento cuelgan algunas obras. Hay algunas en el piso recostadas y embaladas contra los muros.

Sobre mesas y anaqueles hay algunas pizarras miniaturas, unas pequeñas botas doradas, la serie de esculturas en resina de niños blancos enfilados, tarros de colores y pigmentos, pinceles, cuchillas y otras herramientas.

“Para mí es imposible no tener un taller dónde desarrollarme. También es un área de recogimiento donde uno empieza a pensar y a conceptualizar para desarrollar las obras”, indica Ana Patricia.

Multifacética

No hay una sola Ana ni tampoco una que trabaje con un solo medio. Imelda Ramírez, doctora en Historia del Arte de la Universidad Autónoma de México, explica que su taller es como el espacio de un alquimista para su universo de artista plástica y multimedial.

La primera es la que hace pintura, escultura y dibujo; la segunda, la que trabaja en fotografía y video. Según ella, esto le ha permitido abordar las obras según sus necesidades. “Lo siento cuando tengo el presentimiento que me gustaría extenderlo a otros medios”, dice.

En el libro de lujo que le publicó este año Celsia a Palacios, Dualidades, el crítico Eduardo Arias señala que estos formatos aparecieron en su práctica como medios para profundizar sus temáticas, también diversas.

Sin embargo, para ella técnicas como la fotografía o el video, aunque son agradables o útiles, son más complejas de manejar porque dependen de una persona que le ayude, lo que no sucede cuando pinta o dibuja.

Palacios inventa, juega, explora, mezcla sus elementos para que salgan, por ejemplo, unas botas doradas hechas de resina y pigmentos, un objeto hecho arte u oro.

Actual

Ana Patricia saca sus temas de las necesidades que se le presentan como artista. En los últimos años toma sus problemas de elementos que ocurren en el mundo, y en Colombia, como las migraciones.

Actualmente tiene una exposición en la Universidad Nacional, Errantes, que incluye dibujo y video. En la obra se van formando caminos y asentamientos humanos que para ella son “símbolos de la transformación del paisaje, cuyo abandono muestra la decadencia”.

Las mayoría de sus piezas están hechas sobre papel milimetrado –o mantequilla, en los que calca cuadrículas–. Es su forma de fragmentar los territorios, una inclinación por hacer mapas que hablan de los límites.

Residencia

En la oficina de su estudio hay una colección de obras que ha compartido con otros artistas: cuelga una instantánea de Jesús Abad Colorado, un retrato que le hizo el reconocido fotógrafo Henri Cartier-Bresson, de quien era muy cercana cuando vivió en Francia.

Esas fotografías la hacen sentir en casa, porque para ella permanecer en el estudio es sentirse viva. “Yo puedo vivir en el taller y me importa menos que el resto de cosas para el ser humano”, dice, mientras agarra algunos pigmentos en polvo y destapa una pintura orgánica que desprende un olor pesado.

Su área de trabajo es de recogimiento. Piensa y conceptualiza antes de producir una pieza (fotografía, video, escultura, pintura u otro formato), como sucedió con la niña que se tapa con el antebrazo.

No es solo un juego, son varias versiones de una niña que, como muchas otras, habitan a Ana Patricia Palacios: las gemelas, los territorios fragmentados, las garruchas, las boxeadoras, los combatientes, las macetas o los paisajes.

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