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Sri Lanka: terror enluta la Pascua

La Iglesia Católica y el turismo fueron los objetivos de los extremistas en esta Semana Santa.

  • El Catolicismo fue atacado en un contexto en el que conviven, en medio de tensiones, fieles de al menos cuatro religiones: budistas, musulmanes, hindúes y cristianos. FOTO afp
    El Catolicismo fue atacado en un contexto en el que conviven, en medio de tensiones, fieles de al menos cuatro religiones: budistas, musulmanes, hindúes y cristianos. FOTO afp
22 de abril de 2019
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En Sri Lanka, uno de los más hermosos destinos turísticos del mundo, ayer no hubo resurrección, solo muerte y dolor. Mucho dolor.

Eran las 8:45 a. m. hora en la que el mundo cristiano recuerda que Jesús, el hijo de Dios, resucitó entre los muertos, cuando fueron activadas varias cargas explosivas en tres iglesias en las que se celebraba la buena nueva.

A los ataques ocurridos en el centro de la fe católica, en ese país de mayoría budista y cuya segunda religión es el Hinduismo, se sumaron cuatro en importantes hoteles y uno más en un popular barrio de la capital, Colombo.

Para la mañana del lunes ya se hablaba de 290 muertos, entre ellos 37 extranjeros, y más de 500 heridos, cifras que pueden aumentar en las próximas horas, dada la gravedad de los afectados. Y aunque las autoridades habían capturado a 13 personas, supuestamente involucradas en los atentados, no se habían precisado los móviles.

Puede ver: Los otros ataques a cristianos en Semana Santa antes de Sri Lanka

“Escenas horribles. He visto miembros arrancados esparcidos por todos lados. Equipos de emergencia están desplegados en su totalidad en todos los puntos. (...) Hemos llevado a muchas víctimas al hospital, esperamos haber salvado muchas vidas”, relató en Twitter el ministro para las Reformas Económicas, Harsha de Silva.

El primer ministro del país, Ranil Wickremesinghe, encabezó una reunión de emergencia con altos mandos de las fuerzas de seguridad y miembros del Gobierno poco después de los primeros atentados.

Y posteriormente reveló que las fuerzas de seguridad habían recibido avisos de posibles ataques en la nación, “pero no se le prestó la suficiente atención al asunto”, algo que debe ser investigado.

Un país encerrado

Para evitar más conmoción y mitigar los riesgos de nuevos ataques, el Gobierno decretó el estado de emergencia y la Policía impuso el toque de queda con efecto inmediato. Además, fue bloqueado el acceso a redes sociales como Facebook, Twitter, WhatsApp y Viber, para evitar que se propaguen falsos rumores y el terror haga enloquecer a la población, en un contexto en el que han sido frecuentes los choques comunales como reacción a sucesos violentos.

“Por favor, permanezcan en calma y no sean engañados por rumores”, declaró el presidente de Sri Lanka, Maithripala Sirisena, en un temprano mensaje a la nación.

En la tarde se presentó un ataque con cóctel molotov contra una mezquita en un área predominantemente musulmana en Puttalam, en el oeste del país, y también fueron incendiadas dos tiendas en Bandaragama, al sur de la capital (ver Radiografía).

Una guerra sin fin

Los países de Oriente son, generalmente, pluriétnicos y plurirregliosos. Recordó Jean Paul Sarrazin, docente investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Antioquia, que en esas naciones convivían los creyentes de todos los credos y denominaciones sin ningún problema, “la asociación entre religión y conflicto es una invención a posteriori”, con la llegada de Occidente y de la “modernidad”.

“Las razones en realidad son políticas: ciertas personas que están en el poder buscan acapararlo y otros contestatarios buscan sacarlos, y eso se maquilla con un tono religioso, porque las religiones siempre han movilizado a las personas, han sido un factor cohesionador y movilizador de la población”, dijo Sarrazin. En otras palabras, los líderes justifican sus guerras con la religión.

Para Víctor de Currea-Lugo, experto en conflicto de Oriente, la guerra en ese país tuvo sus causas estructurales en la política: la ausencia de ciudadanía igual para todos; la discriminación de las minorías, los cristianos que son apenas el 7 % de la población; la no gestión de las tensiones entre las minorías y así como la violencia interreligiosa sumieron a Sri Lanka, antes llamada Ceilán, en un conflicto que cesó hace una década.

Allí el budismo ha mostrado su peor cara. “La mayoría cingalesa (desde el poder) impuso su idioma como lengua oficial para oficinas públicas y universidades. Se fabricó la idea de dos naciones insistiendo en diferencias étnicas (cingalés y tamil), lingüísticas y hasta religiosas (budistas e hindúes). Estas políticas revanchistas contra los tamil fueron creciendo y esto alimentó su deseo independentista”, dijo De Currea-Lugo.

Así que inició una guerra fratricida que dejó al menos 100.000 muertos en menos de 30 años. “No fue una guerra por ser diferentes, sino la politización de la diferencia por más de 150 años, alimentada en la idea de que unos tenían más derechos que otros”, concluyó el experto.

Aunque todavía no se precisa el autor ni el motivo de la matanza, la sombra de ese terror que se creía superado volvió a tocar la puerta de Sri Lanka, que acababa de pasar la página de la violencia y se mostraba ante el mundo con una paradisiaca isla, que de acuerdo con el Banco Mundial pasó de recibir 360.000 visitantes en 1997, a 2,1 millones en 2017.

7 %
de los srilanqueses son cristianos, una minoría religiosa.
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