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Con Héroes Inocentes, Gaviria conjuga almas y sobrevivientes

Su escultura, de 8 toneladas y 4 metros de alto, fue ubicada en el parque principal de El Poblado.

  • Con la maqueta de la obra en sus manos, el maestro Gaviria siente que esta es su principal obra artística. FOTO manuel saldarriaga
    Con la maqueta de la obra en sus manos, el maestro Gaviria siente que esta es su principal obra artística. FOTO manuel saldarriaga
26 de febrero de 2019
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La escultura “Héroes Inocentes”, que desde el jueves de la semana anterior fue instalada en el parque principal de El Poblado, a simple vista es hierro y unas figuras en silueta que simulan humanos que van y vienen, pero es en realidad una historia, la película del dolor que sembró el narcotráfico en Medellín y que la Alcaldía, con su proyecto Medellín Abraza su Historia, empezó a narrar de otra forma, desde las víctimas y no desde quienes hicieron el daño.

La obra es un homenaje a las almas de quienes murieron en los atentados, un in memoriam, pero también una exaltación de los que sobrevivieron a las masacres y los carrosbomba y que no sucumbieron ante la barbarie.

Su autor, Cristóbal Gaviria, nacido en Medellín en 1960, cuenta los detalles de cómo en solo tres meses logró dar vida a una escultura de hierro macizo y ocho toneladas de peso que, espera, perdure en el tiempo y sirva al propósito de reescribir la historia del narcotráfico desde otra perspectiva.

No es fácil para la gente entender una obra de arte y hasta se acepta que cada quien interprete lo que quiera y como quiera, pero el artista, generalmente, con cada obra envía un mensaje, cuenta algo. ¿Cuál es el mensaje de Héroes Inocentes qué narra la obra?

“La idea empezó con unas figuras que yo trabajo, unos personajes que representan el minimalismo de la figura humana, sin manos, con un solo pie y de perfil, ellos representan el vacío de los amigos que no están, y los llamo almas. De ellos nació la idea de hacer esta obra”.

Uno ve seis figuras humanas, pero no son iguales. ¿Qué quiso decir entonces?

“La obra se puede decir que tiene tres partes: están los que dieron la vida y son el vacío, tres héroes en negativo que representan a los que partieron y tres héroes en positivo (los que tienen volumen) que recuerdan a los que sobrevivieron. En la mitad hay un arco que es el que atraviesan los sobrevivientes, porque en la escultura el arco es la esperanza, la posibilidad de atravesar un espacio para hacer algo bueno. Los romanos utilizaban el arco cuando conquistaban un pueblo y eso quería decir que el pueblo iba a ser mejor, que sería un estado nuevo”.

¿Cuáles son las características del material?

“La escultura tiene 4 metros de alto, 4,5 m de largo y 1,20 m de ancho. Esta hecha en hierro sólido, macizo, un hierro importado de la China, son bloques gigantes y acá hay una empresa que se llama Ferrocortes con una maquinaria y tecnología especial para ese tipo de material, hubo que usar grúas de 10 toneladas de peso para transportarlo hasta mi estudio (en Santa Elena)”.

¿Por qué construyó una obra tan monumental, en tamaño y peso?

“Soy medellinense, El Poblado es mi barrio y teniendo esta oportunidad quise hacer una locura; una obra como esta, en hierro macizo, no se había hecho en la ciudad, y como es un homenaje a los héroes, quise darle esa dimensión. Inicialmente, se pensó en ubicarla en el Parque Lleras, en homenaje a las víctimas del atentado allí (17-05-01), pero fue creciendo y concluimos que, en general, en El Poblado hubo muchas víctimas del narcotráfico y por eso se ubicó en el parque”.

Es una obra para interactuar, que los ciudadanos la toquen...

“Sí, claro. Pero hay un detalle: las personas no pueden atravesar entre las almas, entre las figuras vacías, pero pueden cruzar el arco y moverse libremente entre los héroes sobrevivientes, eso es a propósito, para dar el mensaje de vida y de esperanza”.

¿Había hecho ya obras relacionadas con el narcotráfico, con la violencia?

“Hice una para España que representa el atentado a la estación de Atocha (11-03-04). Ese día yo llegué a Barcelona y en el aeropuerto había velas encendidas por ese atentado, lo relacioné con todo lo que aquí vivimos y quise dejar esa obra, pero al final no se concretó y quedó en maqueta. En la Casa de Nariño hay otra en homenaje a la Operación Jaque”.

Como residente de El Poblado, vivió episodios de violencia por el narcotráfico, ¿tuvo familiares víctimas?

“Tuve varios amigos a los que secuestraron. En un mismo momento llegué a tener tres; al lado de mi casa vivía Juan Gómez Martínez (exalcalde, exgobernador y exministro de Estado), a él le hicieron un atentado en la madrugada y recuerdo que me tocó salir en pijama, yo con mis niños chiquitos, todos los vidrios en el suelo, el humo y el miedo. Uno vivía muy aterrado, fue una época tremenda”.

Por las dimensiones de esta obra, por el significado para usted y la ciudad, por la temática, considera que esta es su pieza más importante, a pesar de todas las que tiene en el país y el exterior?

“Sí, creo que sí, por el momento histórico que vivimos. Y otra cosa: uno a través de su proceso de trabajo, su trayectoria, va mejorando, esta obra resume, en pocas cosas, todo lo que llevo trabajando en tantos años”.

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