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Los riesgos del discurso xenófobo en la política

Las últimas declaraciones de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, respecto a la seguridad y la migración, abrieron un debate sobre el incremento de comentarios discriminatorios.

  • La discusión pública sobre el tema llega además poco después del anuncio y oficialización del Estatuto Temporal para venezolanos, con el que el Gobierno Nacional busca regularizar a casi 1 millón de migrantes. Foto: Julio Herrera.
    La discusión pública sobre el tema llega además poco después del anuncio y oficialización del Estatuto Temporal para venezolanos, con el que el Gobierno Nacional busca regularizar a casi 1 millón de migrantes. Foto: Julio Herrera.
19 de marzo de 2021
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El pasado miércoles 10 de marzo el patrullero Edwin Caro murió en Bogotá después de recibir un tiro de uno de los dos hombres que se movilizaban en motocicleta. Según dijeron las autoridades, el ataque se produjo luego de que Caro intentara realizar una requisa. El señalado de disparar fue capturado en flagrancia, a pocos metros de donde sucedieron los hechos. En 2020 fueron capturadas así, en flagrancia, 21.812 personas en esa ciudad, según Migración. De ellas, 19.898 eran colombianos. 1.874 eran venezolanos.

A Caro le habría disparado un migrante. Así lo aseguró la alcaldesa de la capital, Claudia López, el 11 de marzo. “No es la primera vez. Tenemos actos muy violentos de migrantes venezolanos. Este no es un tema de hurto, primero asesinan y luego roban. Necesitamos garantías para los colombianos”. Sus palabras tuvieron eco en las redes sociales.

Según el Barómetro de Xenofobia, una plataforma que analiza las conversaciones en Twitter y medios de comunicación sobre la población migrante, tras las declaraciones de López las publicaciones que vincularon a migrantes con hechos de seguridad o crimen aumentaron alrededor de un 1.800% con respecto al promedio diario del mes.

“Entre las palabras más utilizadas se encuentran delincuencia, robar y matar. Estas palabras fueron utilizadas junto a insultos dirigidos hacia la población migrante. Esto da evidencia que los comentarios de la alcaldesa tienen un poder catalizador en el comportamiento y crecimiento de la conversación en línea, y revela una alta capacidad de influencia de autoridades públicas en las percepciones y manifestaciones que asume la opinión pública ante determinados hechos”, señaló el proyecto en un comunicado. La alcaldesa negó el tinte xenófobo de su comentario. “No se trata de eso”, dijo.

No es la primera vez que Claudia López tiene pronunciamientos de este tipo. En 2020, en pleno pico de pandemia, se le criticó porque las familias migrantes estaban siendo expulsadas de las pensiones por incapacidad de pago. “Ya pagamos la comida, ya pagamos el nacimiento, ya pagamos el jardín, ya pagamos la escuela, ya damos empleo”, dijo. “Que pena que lo único que no podemos cubrir, es el arriendo”.

¿Bola de nieve?

“La base del discurso xenófobo, el primer paso, es marcar y legitimar la diferencia por nacionalidad”, señala Andrés Felipe Segura, consultor político que ha estado el último año asesorando temas de migración en el país. Se refiere al “ellos” y “nosotros”, una división constantemente reafirmada por López. De hecho, el Barómetro ha documentado, por ejemplo, que el vínculo entre migración y seguridad, como el que realizó la alcaldesa en el caso del patrullero, sirve como plataforma para legitimar discursos de odio hacia la población migrante.

“Lo novedoso en Colombia es que este tipo de discursos no se habían evidenciado en un debate abierto y público de carácter nacional. Es decir, una cosa es que nos moleste y otra es manifestarlo públicamente. Ambas están directamente alineadas, pero hay un paso entre pensarlo y decirlo”, señala Segura. Un reflejo claro de esto es que ya desde 2019 diferentes organizaciones alertaban sobre la aparición de narrativas antimigratorias.

Un estudio de Oxfam (una organización no gubernamental de amplia trayectoria en labores humanitarias) publicado en octubre de 2019, señalaba que ya entonces 7 de cada 10 colombianos consideraba que la inmigración bajaba los salarios y empeoraba las condiciones laborales. “El tema que más ha preocupado de manera global es el empleo”, confirma Segura, “sin embargo, el que más genera reacciones es el de seguridad”.

“La preocupación aparece cuando los líderes políticos empiezan a legitimar ese debate, porque se da vía libre a que las personas expresen esas molestias, lo que va generando una bola de nieve”, advierte Segura. Es una sensación que podría tener un impulso en la época electoral que el país está a punto de iniciar.

Un turbo indeseado

En 2022 Colombia renovará el Congreso Nacional y elegirá presidente. “Preocupa especialmente la campaña que se pueda desarrollar alrededor de este tema (migración) hacia la Cámara de Representantes”, explica el analista, considerando que los elegidos allí dependen directamente de las percepciones que se tengan en las regiones. Y Bogotá no es la única ciudad que muestra señales peligrosas.

Desde que inició la pandemia las manifestaciones públicas que critican o van directamente en contra de la migración se han vuelto más sonoras. En Cali, por ejemplo, se decidió en abril de 2020 “desplazar” hacia la frontera con Venezuela a decenas de familias; en Yopal, el alcalde Luis Eduardo Castro coordinó operativos de “control de migrantes” y advirtió a conductores de camiones y carro tanques que ayuden a caminantes venezolanos de sanciones.

“La incapacidad del manejo de los gobernantes de ciertas situaciones comenzó a poner el ojo de la conversación en la migración. Ayuda a desviar la atención”, dice Segura, antes de señalar que no cree que este fenómeno en el discurso se vaya a “contagiar” a los candidatos presidenciales. “Es un tema álgido y además hace parte de una política de Estado. La atención a la migración en el país ha funcionado porque no ha dependido solo de un gobierno”.

Pese a que lo que ha venido sucediendo en el tema discursivo es peligroso, las voces de rechazo tampoco se han hecho esperar. En el caso de Claudia López, por ejemplo, las críticas llegaron de aliados muy cercados como Juanita Goebertus, quien reconoció que “señalar la nacionalidad de quien comete un delito es un error gravísimo”; de Sergio Fajardo, que afirmó que “no podemos, bajo ningún motivo, caer en expresiones que alimentan la xenofobia”; así como de Juan Manuel Galán, quien se preguntó si la xenofobia era la política de la Alcaldía de Bogotá frente a la inseguridad.

La discusión pública sobre el tema llega además poco después del anuncio y oficialización del Estatuto Temporal para venezolanos, con el que el Gobierno Nacional busca regularizar a casi 1 millón de migrantes. “¿Cómo lo podría afectar estas señales de xenofobia? El rechazo que se puede generar al dar vía libre a expresiones de manifestaciones discriminatorias, podría provocar que los funcionarios le pongan trabas a la aplicación del Estatuto”, advierte Segura. “La implementación es que estas personas lo utilicen día a día y se rompan las barreras. Y si los prejuicios no permiten eso, fallamos”.

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