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Bolsonaro: “catástrofe” para indígenas aislados

Hay alrededor de cien pueblos que viven sin contacto con la sociedad mayoritaria. La destrucción de la selva, su hogar, los tiene en peligro.

  • Los casos de contacto con los indígenas que viven en aislamiento voluntario son escasos. Sus defensores piden no entrar a sus territorios para evitar incomodarlos. FOTO Survival international
    Los casos de contacto con los indígenas que viven en aislamiento voluntario son escasos. Sus defensores piden no entrar a sus territorios para evitar incomodarlos. FOTO Survival international
13 de mayo de 2019
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Hablar de pueblos indígenas en aislamiento voluntario es prioridad para los investigadores. Al tratarse de grupos que decidieron alejarse de la sociedad mayoritaria, no se tiene un número específico que diga cuántos son y la cantidad de individuos que los conforman. Survival International, movimiento por los derechos de estos, calcula que en el mundo hay un centenar de colectividades en esta condición de los que el 80 % está en Latinoamérica, especialmente en la región Amazónica. Brasil es el país con mayor influecia de estos.

EL COLOMBIANO habló con cuatro expertos en el tema, quienes coincidieron en que la comunidad académica está en alerta desde que Jair Bolsonaro fue elegido como presidente de Brasil. En campaña, en 2018, aseguró que estos no tienen porque mantenerse separados del resto de la sociedad como si estuvieran en “zoológicos”, un término que le costó críticas de defensores de los pueblos. Incluso, en el país se habla de una guerra declarada de su gobierno a las comunidades, percepción no lejana de la realidad.

Desde que llegó al Palácio do Planalto el 1 de enero, el derechista despojó a la Fundación Nacional del Indio (Funai) de sus atribuciones de demarcar tierras indígenas y otorgar licencias ambientales. Entonces, la Funai, una organización creada desde 1967 que había reemplazado el Serviço de Proteção ao Índio, existente desde 1910, perdió la potestad sobre las zonas donde están los pueblos, tanto los que viven en aislamiento voluntario como los que tienen contacto con la sociedad mayoritaria.

Bolsonaro, entonces, dejó esas tareas en manos del Ministerio de Agricultura, cartera que está dirigida por Tereza Cristina da Costa, exlíder de la bancada del agronegocio en la Cámara de Diputados. De esta forma, el Amazonas, hogar de los indígenas, está en manos de autoridades que poco conocen sobre pueblos ancestrales. Por estas decisiones, Survival ha calificado su mandato como una posible “catástrofe” para los indígenas.

Sus políticas recuerdan a las de la dictadura militar (1964-1985) durante la que se impulsó la incursión en estas tierras. Solo fue hasta 1987 que la Funai consiguió descartar el contacto con estos y garantizar una mayor protección.

Incluso, cuando llevaba tan solo un día de presidente, aseguró que “más de un 15 % del territorio está demarcado como tierra indígena. Menos de un millón de personas viven en estos lugares aislados del Brasil que son explotadas y manipuladas por las ONG. Vamos a integrar estas ciudades y a revalorizarlas para todos los brasileños”, una apuesta que atenta contra su decisión de no tener contacto.

Estar aislados, una opción

Cuando se habla de un pueblo indígena en aislamiento voluntario puede tratarse de un grupo que jamás ha tenido contacto con el resto de la sociedad o que en algún momento tuvo comunicación con personas externas a su comunidad, pero que decidió alejarse, huyendo de la deforestación, la extracción de oro, la agricultura o la violencia.

Fiore Longo, investigadora de Survival International, indica que estos son los más vulnerables del planeta porque viven en las regiones más ricas como la Amazonia, donde hay personas que intentan entrar al bosque para buscar recursos o misioneros que quieren convertirlos. “Lo que sabemos es que ellos no quieren entrar en contacto porque cada vez que hay un acercamiento tentativo –por ejemplo, el pasar de un avion– hacen gestos que dan a entender que no quieren tener comunicación”, asegura Longo.

Establecer un vínculo con ellos puede significar su exterminio debido a que sus organismos no tienen mecanismos de defensa ante las enfermermedades que circulan en las zonas urbanas, al punto de que una simple gripe podría significar el fin de toda una comunidad. Por estas condiciones y la violencia de la que han sido víctimas, un pueblo puede contar solo con una persona. Ese es el caso del hombre conocido como “el indio del hoyo”, quien está en la región de Tanaru, estado de Rondonia, norte de Brasil, el único sobreviviente de su tribu quien lleva dos décadas viviendo solo en la selva.

“La situación de aislamiento se refiere a la acción constante de esos pueblos de buscar mantener su autonomía, no sedentarizándose y no estableciendo relaciones perennes de convivencia, intercambios o dependencia con los no indígenas”, así lo explica Beatriz de Almeida Matos, profesora del programa de Antropología de la Universidade do Pará de Brasil. La Funai estima que en el país hay 800.000 individuos en esta condición y su supervivencia depende de mantenerse aislados.

“Las últimas cien tribus felices del mundo”, así se refirió el diario El País de España a estos pueblos en un artículo publicado en diciembre de 2018. Aunque el caso de Brasil y el Amazonas se ha destacado por la cantidad de grupos que hay en su territorio y los cuestionamientos a las políticas de Bolsonaro, también hay registros de otras tribus en Papúa Nueva Guinea e India.

Una de estas es la de los sentineleses, que habita en la isla de Sentinel del Norte (India). A finales del año pasado sus integrantes, en defensa a su territorio, acabaron con la vida de un joven misionero estadounidense que pretendía acercarse a ellos.

Vivir en riesgo

Márcio Maeira recuerda los sobrevuelos que hacía a los territorios de los indígenas en su periodo como director de la Funai, durante la presidencia la presidencia de Lula da Silva. Estos son esporádicos y breves para no incomodar a los pueblos, se hacen en pequeñas avionetas en las que solo viajan expertos en el tema y su único objetivo es revisar en qué condiciones están. Las aeronaves guardan distancia cuando encuentran un resguardo y sus tripulantes estudian a los inviduos en tierra con binoculares o con la ayuda de potentes cámaras.

Videos difundidos por esta y otras organizaciones muestran cómo al ver los foráneos estos apuntan o cruzan sus flechas. Al preguntar a Maeira qué significan las reacciones, indica que “no se conocen las interpretaciones de estas personas sobre los aviones. Sabemos por grupos con los que ha habido reciente contacto que pueden comparar los aviones con animales del bosque o seres sobrenaturales”.

Silvana Baldovino es integrante de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental y ha estudiado el tema durante dos décadas. La experta afirma que “cualquier acercamiento indebido genera riesgos en temas de salud que pueden llevar a la desaparición de una etnia. Viven en riesgo constante, por eso son importantes las reservas”. Pero, si en su quinquenio presidencial Jair Bolsonaro cumple con su promesa de abrir la Amazonia para la explotación, el riesgo que enfrentarían sería inminente. Por esto, quienes los estudian esperan puedan ser protegidos.

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