B erenice Grajales, en Aranjuez, y Hernán Patiño, en la Milagrosa, tienen algo en común: el temor de que la tierra que está cerca de su vivienda ceda, y sus hogares se vayan por un precipicio. Doña Berenice no forma parte de las ocho familias que están en riesgo inminente por el talud que se desprendió el miércoles, pero permanece atenta a la evolución de la situación, pues solo la separan unos metros de la quebrada La Cañaverala.
Doña Berenice ayudó a formar el barrio y con su experiencia presenta su diagnóstico: el agua se represó porque las personas no cuidan la quebrada y la volvieron basurero.
A ello se suma una discrepancia que tienen, con EPM.
“No estuvimos de acuerdo cuando vinieron a construir el alcantarillado y después las redes de gas en ese espacio tan estrecho que hay desde mi casa hasta la baranda ubicada en la quebrada”.
En ese mismo sentido se pronuncia Bertha Bedoya, vecina del lugar, “Hace más de 10 años pasaron por acá el alcantarillado de aguas residuales desde San Blas comuna 3 Manrique, y cada que llueve rebota el agua negra por los sanitarios y los sifones”. Conceptuó doña Stella que los menores se enferman por el mal olor que expelen las aguas negras.
León Yepes, funcionario de EPM, señaló que no tiene conocimiento de ninguna queja sobre el particular.
Sin embargo, anotó puede investigarse el tema porque la situación de las viviendas puede o no estar amarrada a la red de alcantarillado de EPM.
Indicó además, que cuando llueve fuerte se registra lo que se conoce como tubo lleno, es decir, en algunas circunstancias el agua alcanza a tocar las tapas de cemento ubicadas en la acera, lo que no es lo normal, pero según manifestó, el tema podría revisarse.
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