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Un instante después de haber levantado 195 kilos, Yeison López soltó la pesa, dio un salto hacia adelante y se sentó en los discos del lado derecho de la palanqueta cruzando sus piernas. Miró hacia el frente, donde el público seguía su ejercicio, aplaudió y abrió los brazos como queriendo decir: “Aquí estoy, soy el mejor del mundo”.
No era para menos: el chocoano acababa de terminar su presentación en el envión de los 77 kilogramos para coronar una nueva faena, brillante y apoteósica, con tres medallas de oro en Tokio, Japón, donde se realiza el Mundial de halterofilia, categoría juvenil.
La IWF -Federación Internacional de Pesas, por su sigla en inglés- lo señala como un “pesista único en el mundo”, mientras que All Things, publicación especializada en deportes de potencia, lo cataloga de prodigio.
Yeison, el chico que de niño debió salir de su natal Istmina, al lado de sus seres queridos desplazados por la violencia, sería el único, en efecto, en ganar los tres oros con un registro singular (161 kilos en el arranque, 195 en el envión y 356 en total) que lo acreditan como triple campeón mundial.
Seis horas después de su actuación, descansando en su cuarto de hotel, el haltero colombiano aún apuraba la felicidad de su hazaña: cuatro campeonatos mundiales, siempre triple campeón (dos menores y dos juveniles). Nunca, desde que comenzó su recorrido internacional, ha bajado del primer sitial del podio.
“Estoy feliz, este resultado es el producto del trabajo, del esfuerzo y de la certeza que voy por buen camino en procura de un objetivo mayor como los Juegos Olímpicos”, relata, mientras responde uno y otro mensaje por sus redes sociales.
Superar por cuatro kilos (uno en arranque y tres en envión) los registros del récord mundial de menores (160-192-351, dos de los cuales le pertenecen -arranque y total-), ahora en juvenil es otro logro. “Esto me pone muy feliz y me llena de aliento para continuar siempre superándome, máximo ahora que tengo compromisos como el Panamericano, los Bolivarianos y el Mundial de mayores”.
Por su mente pasan los momentos más significativos de su nueva actuación: “Escuchar el Himno es algo indescriptible, es una emoción muy grande saber que uno está tan lejos dejando en alto el nombre del país y de ver que ha valido tanto esfuerzo”.
Y también hay espacio para agradecer: “A mi mamá -María Julia-, mi aliento de vida; a mi papá -Lucreciano-, mi guía y a quien le debo muchas cosas; a mi novia -Hellen Escobar, pesista-, quien siempre está dándome apoyo en las buenas y las malas; a mis entrenadores -Jáiber Manjarrés, John Fernando Rodríguez-; al masajista Daniel Gil y a muchos más a quienes siempre recuerdo cuando me subo al podio”.
Yeison es, en verdad, un prodigio: todos los torneos a los que ha asistido fuera del país los ha ganado (4 mundiales y 4 panamericanos, 24 preseas de oro), además de ser doble recordman de menores, el mejor juvenil de los 77 y el segundo joven -contando todas las divisiones de este deporte-. “Es una bendición de Dios”, dice.