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Si algún pensador ha sido rebelde, ese es Voltaire. Pero también es modelo de tolerancia. ¿Y cuenta de qué hablamos hoy de este hombre que inspiró la Revolución Francesa? Porque este martes 30 de mayo se cumple un año más de su muerte: 239. Dicen que Voltaire era un tipo enfermizo y vivió muriéndose hasta la no despreciable edad de 83 años.
Nacido el 21 de noviembre de 1694 y muerto el 30 de mayo de 1778, Voltaire se llamaba realmente François-Marie Arouet. Sobre ese seudónimo que le invisibilizó el nombre, no hay claridad cómo lo escogió. Unos dicen que aludía al pueblo de su papá; otros, que aludía a la palabra francesa re-vol-tair, revoltoso.
Hijo de abogado, él también lo fue. Pero además ejerció los oficios de agricultor, arquitecto, relojero, industrial. Dueño de un una inteligencia en varias corrientes, además de escritor de novelas, ensayos y dramas, también le gustaban las matemáticas. Y escribió un libro sobre las teorías de Isaac Newton.
Voltaire fue una de las figuras de la Ilustración y tenía una fe inquebrantable en el racionalismo.
De ideas liberales, el ejemplo de tolerancia queda resumido apretadamente en una frase suya que muchos repiten y pocos practican: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
Contradictorio era porque no se casaba con las ideas. Detestaba el fanatismo. Decía que cuando este gangrenaba el cerebro, ya era casi incurable.
Entre las obras de Voltaire están Edipo, La Henriada, Brutus, Elementos de la filosofía de Newton, El fanatismo o Mahoma, Cándido o el optimismo —cuya autoría Voltaire no reconoció completamente; la firmó con el seudónimo El Señor Doctor Ralph—, El mundo como va y Cartas filosóficas.
Murió en la casa de la marquesa de Villete, en París. Cuentan biógrafos dos anécdotas de sus últimas horas. Que su agonía fue un espectáculo horroroso, lo que no pocos achacaron a su ateísmo y a la crítica mordaz a la religión católica. Le llevaron un cura y él lo rechazó. Después, él pidió uno, pero sus seguidores, que estaban atentos al autor en esos momentos, impidieron que entrara. Era tal vez su forma de pedirle coherencia hasta el final.