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El domingo de madrugada se produjeron nuevos disturbios en las calles de Hamburgo (norte de Alemania) tras la clausura de la cumbre del G20, en los que varios manifestantes incendiaron vehículos, informó la policía.
Los manifestantes se reagruparon en el barrio de Schanzen tras el cierre de la cumbre. Esta zona es un bastión tradicional de la izquierda radical y desde el jueves se han registrado varios altercados.
Armados con botellas, los manifestantes vandalizaron vehículos estacionados e incendiaron varios de ellos, aunque después los agentes lograron dispersarlos con gas lacrimógeno y cañones de agua, indicó la policía en Twitter.
Según el último balance publicado el sábado por la policía, desde el jueves 213 agentes resultaron heridos, en tanto que no hay cifras sobre los manifestantes.
El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, visitó a los agentes heridos, en el hospital, el domingo por la mañana junto al alcalde de Hamburgo, Olaf Scholz, y dijo que estaba “conmocionado y abatido” por el “ansia de destrozar mostrada por los manifestantes contra la policía y los bienes de los ciudadanos”.
“Debemos preguntarnos, como demócratas, si unos cuantos manifestantes violentos pueden llegar a impedir que países como Alemania no alberguen este tipo de reuniones internacionales”, declaró Steinmeier a los reporteros.
Scholz agradeció el servicio “heroico” de la policía y de los ciudadanos de Hamburgo, que llevaron flores al hospital militar en el que muchos oficiales estaban siendo tratados y prometió compensar a los afectados por los actos vandálicos.
Los disturbios se produjeron mientras que los líderes de las 20 economías más industrializadas y emergentes participaban en una cumbre de dos días centrada en el comercio, el terrorismo, el cambio climático y otros asuntos clave.
G20 alcanza compromisos sobre el clima
La cumbre del G20 logró evitar la ruptura total en materia climática con Estados Unidos, dejando la puerta abierta a su hipotética vuelta al Acuerdo de París, pero a cambio de arriesgadas concesiones.
El encuentro del G20, que reúne a los países responsables de la mayor parte de las emisiones contaminantes del planeta, era muy esperado desde que el presidente estadounidense, Donald Trump, decidió, a principios de junio, retirarse del acuerdo internacional de lucha contra el calentamiento climático.
El texto aprobado en la reunión aísla, en el papel, a Estados Unidos, al considerar que el acuerdo es “irreversible”.
El principal riesgo para los defensores del Acuerdo de París era que otros países se sumasen a la postura de Trump.
Pero la unidad apenas duró unas horas. A la salida del G20, el presidente turco amenazó con no ratificar el acuerdo si no obtenía ventajas financieras.
“Tras el paso tomado por Estados Unidos, nuestra posición va en el sentido de no someterlo al parlamento”, dijo Erdogan en Hamburgo, en rueda de prensa posterior a la cumbre.
Compatible con el crecimiento económico
En un gesto excepcional, los otros 19 países concedieron a Donald Trump un pasaje de la declaración final específico para Estados Unidos.
En él, Washington asegura comprometerse a lograr una reducción de las emisiones, que sea compatible, no obstante, con el crecimiento económico.
Este punto “es el más interesante”, considera Andrew Light, del World Ressource Institute.
“Hay un marcado contraste con el mensaje que el presidente Trump transmitió desde el jardín de la Casa Blanca cuando anunció la salida del Acuerdo de París, afirmando que respetarlo sería nefasto para la economía”, señaló.
Para Céline Bak, del Centro canadiense para la Innovación en Gobernanza Internacional (CIGI), “es claramente una victoria para el G20, que supo emitir un comunicado que permitiría al presidente Trump reintegrarse en el Acuerdo de París”.
Y es que no todos han perdido la esperanza de que Estados Unidos regrese a la lucha mundial contra el cambio climático.
“Nunca pierdo la esperanza de convencer”, dijo el sábado el presidente francés, Emmanuel Macron, en tanto que la primera ministra británica, Theresa May, consideró que el regreso de Trump es “posible”.
“Está bien ser optimista, pero en un momento eso se convierte en ingenuidad. Sí, Estados Unidos puede volver al Acuerdo de París pero aquí, concretamente, Estados Unidos retira su compromiso”, consideró sin embargo Jean-François Julliard, de Greenpeace Francia.
La canciller alemana, Angela Merkel, reconoció por su parte “no compartir el optimismo” de quienes confían en un regreso de Estados Unidos.
Energías fósiles
Además, la mención estadounidense del comunicado conlleva un potencial peligro para la unidad mundial en la lucha contra el cambio climático.
Estados Unidos afirma en ese pasaje su voluntad de promover las energías fósiles, a contracorriente de la tendencia mundial y con el riesgo de un mayor debilitamiento del Acuerdo de París.
“La fuerza del Acuerdo de París era su carácter universal. Hoy tenemos un país, y no uno cualquiera, que va a lanzarse en un proceso de negociación paralela con países que quieren dedicarse a las energías fósiles”, lamenta Julliard.
Para Alden Meyer, de la organización científica estadounidense USC, esta concesión “ralentizará el paso de las energías fósiles contaminantes hacia una economía basada en energías limpias, renovables”.
No obstante, según Andrew Light, “es una victoria vacía de sentido, porque solo confirma lo que todos ya sabían que iban a hacer”.
Fundamentalmente, lo que los estadounidenses tienen en mente es promocionar sus enormes recursos de gas y petróleo de esquisto en el extranjero, sobre todo en los países del este de Europa que dependen del gas ruso.
“El discurso y la visita de Trump a Polonia [el jueves] son muestra de ello”, señala Bak.
Frente a las incertidumbres y las turbulencias provocadas por Estados Unidos, los otros países del G20 prevén seguir avanzando, con la notable excepción de Turquía, que busca presionar para obtener lo que desea.
Francia convocó para diciembre una nueva cumbre sobre el clima, concretamente sobre el aspecto financiero de la lucha contra el calentamiento global.