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Un largo viaje nocturno muy particular

El sentido magnético ayuda a miles de millones de polillas en una migración australiana nocturna de larga distancia.

  • Cientos de miles de polillas se pegan en las cavernas donde pasan el verano en los Alpes australianos. Se orientan por el campo magnético del planetas. FOTO CORTESÍA
    Cientos de miles de polillas se pegan en las cavernas donde pasan el verano en los Alpes australianos. Se orientan por el campo magnético del planetas. FOTO CORTESÍA
  • Un largo viaje nocturno muy particular
  • Un largo viaje nocturno muy particular
02 de julio de 2018
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Nunca han ido a ese lugar, pero lo hacen de noche cubriendo más de 1.000 kilómetros. Un viaje sorprendente que realizan las mariposas nocturnas (polillas) Bogong en Australia.

Cada primavera, millones de estos insectos dejan las áridas planicies de Queensland, Nueva Gales del Sur y Victoria y se dirigen hacia los Alpes australianos.

Tras varios meses en estado latente en las frías cavernas del lugar donde pasan el verano, despiertan y retornan a su lugar de origen, donde se aparean, ponen huevos y luego mueren.

Hasta ahora no se sabía cómo podían hacer esa migración en las noches.

Investigadores presentaron en Current Biology un particular hallazgo: las chapolas o polillas, como las aves migratorias, dependen del campo magnético de la Tierra que los guía en su camino.

Primeros en la lista

Son de este modo los primeros insectos nocturnos conocidos que tienen un sentido magnético para sus largos desplazamientos.

“Cuando comenzamos el estudio, estábamos convencidos de que las mariposas Bogong usan solo señales en el cielo, como las estrellas y la Luna, para navegar en su migración”, explicó Eric Warrant. De la Universidad de Lund en Suecia.

“Pero ese no fue el caso, Nos sorprendimos mucho cuando descubrimos que estas polillas podían sentir el campo magnético de la Tierra como las aves, tal vez por alguna razón”.

Las Bogong y las mariposas monarca son los únicos insectos que se conocen que migran a tan largas distancias y por una ruta tan específica, hacia un destino restringido geográficamente visitado por miles de generaciones anteriores a ellas.

Su orientación

Warrant, David Dreyer y colegas se dispusieron a explorar cómo esos insectos tan pequeños con tan diminuto cerebro y sistema nervioso se desplazaban con tal precisión y a tan larga distancia y sin haber estado antes en su lugar de destino. Además, cómo podían regresar tras pasar meses en las montañas.

Los investigadores amarraron mariposas migrantes en un simulador de vuelo externo. Encontraron que su dirección de vuelo se hacía predecible cuando señales visuales dominantes y el campo magnético terrestre se alineaban. Cuando esas dos señales se trastocaban, ellas se desorientaban en pocos minutos.

Esto permitió concluir que se guían por el campo magnético, algo no visto antes en esta clase de animales.

Los científicos sospechan que estas chapolas usan una brújula magnética para determinar su dirección migratoria y luego la alinean con una marca celeste o terrestre en la misma dirección, que luego emplean como un faro.

“Es en esencia la misma estrategia que usamos cuando caminamos en un terreno silvestre: elegimos la dirección con una brújula y luego miramos alguna marca distante como la cima de una montaña o un árbol y vamos hacia ella mientras caminamos”, dijo Dreyer. “Cuando esa marca ya no es confiable, examinamos nuestra dirección con la brújula y elegimos una nueva señal hacia dónde orientarnos”.

La investigación se centrará ahora en las mariposas, para ver cómo se integran en su cerebro las pistas magnética y visuales que siguen.

La magnetorrecepción

Este es uno de los temas centrales que no ha sido descubierto: con qué funciona la magnetorrecepción, como se le conoce a esta capacidad, en animales. No se ha hallado el receptor sensorial. En una bacteria magnetotáctica se han hallado partículas de tamaño nano de sulfuro de hierro. En otros animales el mecanismo no se conoce.

Esta la capacidad la tienen hormigas, termitas y abejas, para su recorridos cerca al nido o en sus rutas migratorias. En las abejas el año pasado se encontró su brújula en el abdomen.

Entre las aves el primer caso detectado fue en las palomas. Se cree que la magnetita en su pico sería responsable de la magnetorrecepción, pero no se ha encontrado el área cerebral correspondiente.

En el pico superior también tendrían las gallinas esa capacidad, con la que se orientarían en espacios cortos. En no pocos mamíferos es conocida esta capacidad. Los murciélagos son tal vez los más nombrados, pero hay otros como ratones y los zorros rojos. En estos se ha visto que sus ataques exitosos están alineados al norte.

Uno de los últimos estudios, que reportó que el ganado vacuno descansaba mirando al norte, lo que sugeriría una orientación magnética, no ha podido ser confirmado por otras investigaciones..

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45
milímetros más o menos miden las mariposas Bogong australianas que migran a largas distancias
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