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De la cúrcuma al amor, ¿contra el cáncer todo sirve?

Los tratamientos complementarios ayudan a pacientes con cáncer, y aunque no hay pruebas de que los curan, sí les mejora el ánimo y dan calidad de vida.

  • 80% de los pacientes que asisten a la Liga Colombiana contra el Cáncer asisten a terapias complementarias. Ilustración: Hansel Obando
    80% de los pacientes que asisten a la Liga Colombiana contra el Cáncer asisten a terapias complementarias. Ilustración: Hansel Obando
11 de febrero de 2018
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Hace cinco años Sandra Carvalho, bibliotecóloga de 36 años, fue diagnosticada con cáncer, y la doctora le dijo sin rodeos: “Es uno de los tumores de mama más agresivos”. Ella quiso ayudar, buscar soluciones. Preguntó por cada detalle, antes de tomar una decisión quería estar segura del tratamiento al que se sometería.

“Yo no estaba enferma, no tenía nada”, cuenta Sandra. En una cita médica de control le pidió a su doctora que le enseñara a hacerse un examen de seno porque su periodo era irregular. Al hacerlo esta le sintió un bulto irregular, así que le mandó una radiografía y luego una biopsia.

Efectivamente el examen indicaba que había tumor maligno, y aunque Sandra no presentaba metástasis, el oncólogo y el mastólogo que la acompañaron sabían que este tipo de cáncer iba a evolucionar con mucha rapidez.

¿De qué se trata lo que me pasa?, ¿cuánto va a durar?...”. A Sandra la consumía la incertidumbre y la respuesta que obtenía con más frecuencia era: “Eso dependerá de la reacción de su cuerpo”.

Cuando le propuso a su mastólogo tratarse a través de otras opciones antes de tomar una decisión de hacerse quimio o radiología, ese especialista lleno de canas y de experiencia le dijo a los ojos: “Lo que usted tiene, de alguna manera la ciencia ya lo tiene resuelto. Si quiere ser conejillo de indias de ese tipo de tratamientos yo no la voy a detener, pero le aconsejo que tome una decisión rápida porque en cuestión de seis meses puede estar muy mal”.

Lo que muchos doctores como el de Sandra proponen a sus pacientes es alternar los tratamientos. Y eso fue lo que ella hizo. A la par, mientras se hacía sus 36 quimioterapias y 25 radiologías, también consumía algunos medicamentos basados en plantas que le aseguraban proteger su hígado, riñones, corazón y pulmones.

Sandra es conversadora, se le ve siempre alegre y ella cree que eso le ayudó en su proceso. Además, Jorge, su esposo, la apoyó económicamente, lo que le permitió a ella renunciar al trabajo y dedicarse dos años a sí misma.

“Yo me quería hacer cargo de mí y entender qué me pasaba”, dice, y en su proceso indagaba a sus médicos y enfermeras por productos naturales que pudiese consumir para ayudarse. Casi siempre encontraba negativas.

Ni la guanábana ni la piña ayudan realmente. No hay nada que haya sido probado clínicamente y funcione para enfermos de cáncer”, le decían.

Lo único que algunos sí mencionaban, argumentando estudios al respecto, era la cúrcuma. “Un médico oncólogo me sugirió consumirla con frecuencia”.

Sí, con un pero

Enfático, Carlos Castro, director científico de la Liga Colombiana contra el Cáncer asegura que “comiendo guanábana una persona no se va a curar de cáncer”, pero agrega, “si esa persona cree que ayuda, que se la coma mientras no deje el tratamiento convencional y estos no interfieran con los medicamentos del paciente”.

En el caso de Sandra, ella además de sus fármacos regulares, visitó a bioenergéticos y reflexólogos e hizo cursos de maquillaje para no “sentirse tan amarilla”.

“Uno ve que los pacientes encuentran beneficios en tratamientos alternativos, así que, ¿cómo podría uno ser tan arrogante y quitarles eso?”, agrega Castro, recordando que en ningún momento deben renunciar a la medicina occidental.

Esto es más común de lo que parece. Castro tiene claro que una gran cantidad de sus pacientes recurren a tratamientos alternativos. “El 80 % están en algún tipo de terapia complementaria. Desde las misas de sanación, que pueden ser vistas como medicina complementaria, hasta el uso de esencias florales, de multivitaminas y otras cosas que desconozco”, precisa.

Esta cifra es similar a una presentada por el Instituto Nacional de Cancerología (INC) en una investigación dirigida por el médico psiquiatra y epidemiólogo Ricardo Sánchez Pedraza.

En este informe, el INC reporta que el 73 % de las personas que allí llegan usan terapias alternativas y complementarias contra el cáncer, especialmente remedios de plantas como la caléndula, el noni, un fruto exótico del sudeste asiático, y la sábila con miel.

También, desde 1976, la Organización Mundial de la salud (OMS) reconoció que la manera más adecuada de referirse a las alternativas, que incluyen la basada en la evidencia y las terapias paralelas, debería ser llamarlas complementarias, porque considera que sí se pueden usar simultáneamente.

Esa otra mirada

Por su parte, Santiago Rojas Posada, médico especialista en cuidados paliativos oncológicos y quien además ha estudiado homeopatía, esencias florales con el grupo PHI en Francia y la Escuela de Terapeutas Florales Edward Bach de Buenos Aires, asegura que la medicina basada en la evidencia está enfocada principalmente en el manejo de la visión corpórea del ser humano, la parte celular y microscópica, el concepto bioquímico y metabólico.

Mientras que las otras incorporan un tipo de conocimientos distinto, de vivencias y sobre todo otra visión integradora, en la que se contempla la mente, las emociones, la vida interior y espiritual y conceptos de la física como el campo energético.

Incluso dentro de la medicina basada en la evidencia hay muchos estudios que validan, por ejemplo, cómo la acupuntura puede actuar sobre el sistema nervioso y se puede hacer cirugía con anestesia acupuntural y hasta amputaciones de miembros.

Rojas y muchos de sus pacientes están convencidos de que la homeopatía es muy eficaz, y no cuando se generaliza la acción de un medicamento sobre los demás, sino cuando se actúa de una manera particular en los síntomas y la condición del paciente.

El cuidador suma o resta

“A muchas mujeres las dejan los esposos o novios cuando están pasando por un cáncer, pero el mío estuvo ahí todo el tiempo, enfrentando el papeleo, acompañándome”, cuenta Sandra.

Los dolores y malestares a los que se enfrenta un paciente que pasa por quimioterapias como Sandra son salvajes. Para ella se siente “como tener 10.000 guayabos encima. No te da hambre, tienes sed todo el tiempo y no quieres sino estar acostado”.

Por eso es tan importante el rol del cuidador, al que muchas veces no se les da las gracias y mucho menos remuneración. “Antes de irme del trabajo, todos mis compañeros usaron gorros cuando tuve que raparme. Yo sentí mucho amor en mi proceso, que aunque me liberó del cáncer, me hizo paciente oncológica para toda la vida”.

Y Rojas en su libro, Una maestra llamada enfermedad, agrega que lo que pasa es que hay pacientes que sufren más que otros, y generalmente es porque “mantienen una rabia persistente que vive como resentimiento, y al no poder ser gestionada favorablemente, se ha demostrado que mina la acción del sistema inmune, además de afectar el bienestar y la paz interior”.

Incluso médicos que reniegan de los tratamientos alternativos reconocen que algunos traen beneficios. En estudios científicos como uno publicado en el Journal of Nursing Scholarship en 2007, la espiritualidad ha mostrado ser efectiva para reducir los niveles de ansiedad, estrés y depresión. Aunque esos tratamientos no curan ni controlan el cáncer, varios traen beneficios.

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