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Es inevitable para un papá o una mamá estar en un cuarto lleno de niños con la misma edad que tiene su hijo y no comparar: ese se ve mucho más alto, el mío se ve muy flaco, ¿tendrá algún problema en el estómago? ¿estará creciendo bien? Los hijos no vienen con manual de instrucciones, al contrario, llegan generando inquietudes, miedos y muchísimas preguntas en los padres, especialmente en los primerizos. Si usted entra en esta categoría, no deje de preguntar. Todas las dudas son bienvenidas. Sin embargo, la formulación de estas tiene un objetivo: hacer que los miedos con respecto al desarrollo y crecimiento del niño desaparezcan.
El primer paso para lograrlo es evitar las comparaciones, comprender que todos los niños son diferentes y que el desarrollo en cada uno es variable, explica el pediatra Camilo Alberto Ortiz. “La mayoría de programas de crecimiento y desarrollo infantil son grupales. Allí los papás van a ver niños con la misma edad de sus hijos pero con un peso diferente o una talla distinta y eso los impulsa a comparar. Es muy diferente a cuando los recibes en el consultorio, como pediatra, lo primero que les explico a los papás es que el desarrollo de todos los niños es completamente diferente, por la genética de cada papá y mamá o porque no es lo mismo un niño que haya nacido antes de tiempo que otro que haya cumplido las semanas completas”.
Educación VS. miedo
Para los papás la salud física de sus hijos es quizá lo más importante y para el pediatra Camilo Ortiz este tema está directamente relacionado con la alimentación. “El temor por la comida del niño inicia desde el momento del nacimiento, se analiza mucho la leche materna, la fórmula de los teteros, lo que se le puede dar y lo que no... me atrevería a decir que el 90% de los padres que entran al consultorio de un pediatra están angustiados por la alimentación”, complementa.
Uno de los problemas más consultados es: mi hijo no quiere comer. En la mayoría de los casos, se trata de un fenómeno que Ortiz llama niños con pereza de masticar. “Actualmente, por los trabajos y ocupaciones de los papás es más fácil darles teteros y llenarlos de líquidos. Eso ha llevado a que les dé pereza masticar. Entonces, el bebé almuerza sopa y, como al parecer es muy poquito, complementan con un tetero. Esto, con el paso de los años se podría convertir en un problema digestivo muchísimo más serio”.
Ortiz recomienda evitar la ingesta de líquidos y sólidos tres horas antes del desayuno y del almuerzo para no llenarlos, debido al tamaño del estómago; también aconseja no iniciar por las sopas a la hora del almuerzo. “Para mí es mucho mejor que empiecen por el seco, tiene mayor valor alimentario para el bebé que una sopa que tiene agua, sal y una verdura”, expresa.
Así mismo, enfatiza en que es mucho mejor darles alimentos triturados —no licuados— a partir del noveno mes. “Para masticar se necesitan seis o siete músculos, para tragar un líquido no tienen que mover casi nada. Prefieren lo fácil. Por ejemplo, de 20 niños que llegan al día al consultorio por temas de alimentación, diez son este tipo”.
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Otro de los temas presentes en los consultorios son los papás que usan la comida (en el caso de los bebés el tetero) como un estímulo. “Algunos papás para no ver llorando al niño o para calmarlo le dan tetero. Esto también los acostumbra a no masticar. Es un caso muy recurrente”.
Este fenómeno provoca también que los papás piensen que sus hijos tienen daño de estómago, otro de los grandes temores. Al consultorio de Camilo Ortiz han llegado niños que, según sus papás, llevan días y hasta meses con diarrea. “Tuve el caso de un niño que llevaba casi cuatro meses así. Le hicimos todo tipo de exámenes y estaba bien. Le pregunto a la mamá por la alimentación del niño y solo me habla de líquidos: jugo, leche, aguapanela. Por supuesto que va a tener diarrea. A mi me gusta más que, en lugar del jugo, les den la fruta, que se la coman ellos mismos con la mano. Nada de cosas licuadas después del primer año de vida. Cuando toman demasiados líquidos el intestino no es capaz de absorberlo todo y así es como inician los problemas de colon irritable”.
Temores frente al sobrepeso
La obesidad es una de las enfermedades que más afecta a los menores, en algunos casos viene de la familia, en otros es producto del sedentarismo, también de la ingesta de alimentos a horas inadecuadas. “Ese tetero que se le da antes de acostarse es como el tinto que el papá se tiene que tomar para poder trabajar. Se crean hábitos innecesarios”, explica Ortiz. “Se convierte en un problema real cuando los papás se dan cuenta muy tarde del peso excesivo”, complementa.
Con respecto al sedentarismo, el pediatra hace énfasis en la nueva generación de niños que nacen con un celular o una tableta bajo el brazo. “Este es el mayor distractor, en esto invierten el tiempo. Cada vez se mueven menos, salen menos. A veces tiene que ver con la falta de tiempo de algunos papás que no pueden llevarlos a practicar alguna actividad física en semana. Es necesario buscar otras alternativas”.
Estos y otros temores, en su mayoría, son consecuencia de la desinformación. La falta de conocimiento se convierte en miedo, en no saber qué hacer. Para esto, el psicólogo Fredy Romero recomienda siempre acudir a la fuente oficial, también a los programas integrales de desarrollo infantil ofrecidos por las EPS del país que cuentan con un pediatra, un nutricionista y un psicólogo, siempre atentos a educar y acompañar el proceso. “Si los miedos maternos o paternos persisten es bueno iniciar terapias de respiración, para tranquilizarse y entender que todo puede salir bien”, expresa Romero.
La educación parental es primordial para entender y mantener la salud del bebé y esto se logra desde sus primeros meses de vida. El resultado es una mamá y un papá, que ante los miedos, se cuestionan y saben cómo actuar .