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Sí, los mosquitos también sienten placer al eyacular

  • Uno de los mosquitos de las frutas en el experimento sobre la eyaculación. Foto Avi Jacob, BIU Micro
    Uno de los mosquitos de las frutas en el experimento sobre la eyaculación. Foto Avi Jacob, BIU Micro
19 de abril de 2018
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Los mosquitos encuentran el sexo y en particular la eyaculación como una experiencia gratificante. Sienten placer.

Eso sugiere un estudio publicado hoy en Current Biology, el primero en mostrar que la gratificante naturaleza de la eyaculación la tienen también otros animales, de los mosquitos a los mamíferos.

El hallazgo suma además a la evidencia de que manipular la experiencia sexual en moscas afecta su interés en consumir alcohol.

“El apareamiento exitoso es naturalmente gratificante para las moscas machos e incrementa los niveles de un pequeño péptido en el cerebro, el neuropéptido F”, explicó Galit Shohat-Ophir de Bar-Ilan University en Israel. “Las mocas macho que son privadas del sexo tienen una mayor motivación para consumir alcohol como una alternativa gratificante”, agregó.

Shohat-Ophir, con el director del estudio, Shir Zer-Krispil y colegas llegaron a esas conclusiones usando herramientas de optogenética, que permiten a los investigadores modificar genéticamente las moscas de modo que se pueden activar determinadas neuronas con una luz.

En sus estudios usaron mosquitos en los que neuronas que expresaban el neuropéptido corazonina podían ser activadas al exponerlas a luz roja. Esas neuronas en el abdomen del mosquito desencadenan la liberación del fluido seminal. Al examinar las mocas macho de ese modo, pudieron explorar las recompensas asociadas con la eyaculación aparte de otros aspectos del encuentro sexual.

“Queríamos saber cuál parte del proceso de apareamiento entrañan un valor gratificante para los mosquitos: el desempeño en el cortejo, las feromonas de la hembra o la fase final del apareamiento que libera el fluido seminal”, dijo Shohat-Ophir.

Para ver si la eyaculación producía un placer, usaron un escenario en el cual un lado emitía luz roja para la activación de las neuronas y rastrearon dónde pasaban los mosquitos su tiempo. Las moscas macho tenían una mayor preferencia por la luz roja indicando que sí era una experiencia gratificante.

Luego entrenaron los mosquitos para asociar la luz roja y la eyaculación con un olor específico. Entonces examinaron si preferían la esencia que la recordaba. Y la preferían.

A los pocos días de la repetida activación de las neuronas los insectos tenían niveles altos del neuropéptido F en sus cerebros, como se da en machos que se aparean de verdad con las hembras.

Cuando se les daba a escoger entre una bebida con alcohol o sin él, preferían esta, pero los privados de sexo preferían la primera.

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