La espectacular y exitosa intervención de la fuerza aérea rusa en Siria no es, al menos aparentemente, del agrado de algunos miembros de la llamada coalición antiyihadista liderada por los Estados Unidos. De hecho, el Kremlin decidió intervenir en el conflicto que opone las tropas del presidente al Assad a un mosaico de grupos y grupúsculos armados, en su gran mayoría, de corte islamista, no solo para proteger a su aliado de Damasco, sino también y ante todo para tratar de prevenir la expansión del peligro islamista en la región del Cáucaso y de Asia Central.
Desde la década de los 70 del siglo pasado, Rusia dispone de una importante base naval en el puerto de Tartus, situado a treinta kilómetros de la frontera con el Líbano. Las instalaciones...