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Las decisión de invertir evoluciona hacia la incorporación de procesos sostenibles en las empresas, lo que demuestra si son competitivas o no y si son atractivas para el mercado bursátil.
La eficiencia en lo ambiental, en lo económico y en lo social exige indicadores de referencia que sirvan de termómetro a estas empresas y también a los mismos inversionistas, quienes necesitan referentes para la toma de decisiones.
Precisamente, una de las personas más conocedoras de estas métricas internacionales es el director de soluciones de índices para RobecoSAM. Se trata de Rocco D’Urso, quien estuvo vinculado por cinco años al mercado de valores europeo (ver Protagonista).
El ejecutivo es clave en la realización del Anuario de Sostenibilidad (Sustainability Year Book) y el Índice Global de Sostenibilidad del Dow Jones (DJSI, por su sigla en inglés - ver gráfico).
Habló en exclusiva con EL COLOMBIANO desde Suiza, como abrebocas a las apreciaciones que hicieron múltiples expertos para la revista Visión Estratégica, la cual circulará mañana entre los suscriptores de este diario.
Esta tendencia la podemos comprobar con el número relativamente alto de compañías colombianas que decidieron participar en la Evaluación de la Sostenibilidad Corporativa (CSA, por su sigla en inglés). Esto también se refleja en un número elevado de empresas colombianas incluidas en el Índice Dow Jones de Mercados Emergentes, como del Índice Mundial de Sostenibilidad del Dow Jones”.
¿Y en qué escalafón están?
“En la encuesta del 2016 contamos con 21 empresas colombianas, nueve de las cuales consiguieron formar parte del RobecoSAM Sustainability Yearbook 2017. Eso significa que estas empresas están dentro del primer 15 % de sus respectivas industrias y han conseguido una puntuación relativa no inferior al 30 %, en comparación con la puntuación de la empresa líder en el respectivo sector”.
“La proporción de participación de las empresas en Colombia ha crecido continuamente en el bienio 2014 – 2016, pasando de un 57 % en el 2014 a un 63 % el año pasado. En Chile, por ejemplo, el número de empresas que constituyen el índice DJSI Chile se ha duplicado, y hoy en día son 21 las empresas listadas. Es una clara señal del compromiso que tienen las empresas de la región hacia implementar prácticas de sostenibilidad”.
“Se trata de dos aspectos distintos: no cabe duda de que la tecnología es clave imprescindible para el progreso de todas las empresas. Esto, sin embargo, no impide que se deban descuidar de otros aspectos ligados a lo ambiental.
La sociedad civil tomó conciencia de las consecuencias negativas que pueden causar los desastres ambientales y ya no acepta que las empresas no se comprometan con la protección del medio ambiente. Es cierto que las nuevas generaciones, los llamados millennials, prestan mucho más atención al tema y están dispuestos a sacrificar otros objetivos para alcanzar un progreso que sea sostenible. Los dos objetivos no chocan entre ellos, más bien, la tecnología y el progreso están unidos para un mundo más sostenible”.
Por ejemplo si miramos la industria de transporte aéreo, uno de los aspectos más importantes es la gestión de ecoeficiencia operacional, control de las emisiones de gases de efecto invernadero, consumo de energía, desperdicios, entre otros.
En otras palabras: es necesario que la estrategia sostenible tenga un impacto material, que sea cuantificable, que se pueda monitorear y que por supuesto se hayan establecido procedimientos para manejar riesgos y corregir posibles impactos negativos. No es un instrumento de mercadeo, sino que tiene que producir beneficios tangibles en términos de evaluación financiera, de valor bursátil o de impacto medioambiental o social”.
“Observamos en el Global Sustainable Investment Review 2016 (GSIA, por su sigla en inglés) un concepto básico basado en calificación negativa (por ejemplo excluyendo de las carteras a empresas pertenecientes a sectores que no son considerados éticos: alcohol, tabaco, armamento) para pasar a estrategias más sofisticadas como la integración de estas puntuaciones junto con la información financiera tradicional. Esto para la toma de decisiones.
Una de las estrategias de mayor crecimiento en los últimos dos años, aunque en términos absolutos todavía es pequeña, ha sido la de “impact investing” (inversión de impacto), con una tasa anual de crecimiento compuesto de 56,8% en el bienio 2014-2016”.
“Varios estudios académicos han demostrado que las empresas más sostenibles son las que más registran beneficios y mejoras tanto al nivel financiero (calidad de ingresos, menor costo de capital, retención de empleados calificados) como al nivel de su valor bursátil. También son las que están mejor posicionadas para evitar riesgos de reputación y lograr oportunidades de negocio, que les permitan mantener una ventaja competitiva frente a la competencia y generar valor a largo plazo.
Además, los inversionistas institucionales internacionales, como por ejemplo los grandes fondos de pensiones, monitorean de cerca a empresas con características positivas de sostenibilidad al momento de ser evaluadas y decidir una inversión en ellas”.
“Los inversionistas no tienen la expectativa de que se implementen de la misma manera y en todas las pymes. Sin embargo, recomendamos que los empresarios no infravaloren estas prácticas, ya que sin duda pueden representar una ventaja competitiva para sus empresas, al enfrentar constantes retos. Sería más difícil posicionarse entre los líderes de mercado prescindiendo de las prácticas sostenibles”.
También deben asegurarse que los empleados tengan conciencia de los proyectos de este tipo. Si es necesario, asegurarse que los responsables reciban el entrenamiento necesario. De ahí que la sensibilización y educación es vital”.
Asimismo, otro dato importante es la proporción de inversiones sostenibles comparada con el total de inversiones globales: fueron del 26,3 % el año pasado” .